Por Marcelo R. Androetto
Desde Houston

“Sin dudas, está un escalón por arriba de todos nosotros.” El reconocimiento fue del australiano Lleyton Hewitt, pero se escuchó en la boca de todos los participantes del Masters de Houston: el suizo Roger Federer parece jugar un tenis de otra dimensión. El título, su segundo consecutivo en el certamen que reúne a los ocho mejores tenistas de la temporada, reafirmó a Federer como “maestro entre los maestros” y actualiza el interrogante de qué se puede hacer para ganarle.
Hewitt, arrollado en la final por el “Federer Express” 6-3, 6-2, se refirió a las virtudes del saque del suizo y a cómo es capaz de hacerse dominador del juego cuando el servicio proviene de su rival.
En Houston, Federer dio cuenta de Gastón Gaudio, de Carlos Moyá, de Marat Safin y por dos veces de Hewitt. Sólo perdió un set, ante el mallorquí, y se alzó con el cetro del Masters otra vez sin perder un partido. “Fue un año extraordinario, porque lo inicié ganando el Abierto de Australia y lo cerré con este trofeo”, dijo Federer, ganador de once certámenes ATP en el 2004, incluidos tres títulos de Grand Slam, y con el número uno de la temporada en su bolsillo desde hace meses.
El raid ganador del suizo –que llegó al Masters tras una inactividad de seis semanas debido a una lesión en el muslo– se extiende a trece finales ganadas al hilo y no pierde un partido desde su eliminación en los Juegos Olímpicos de Atenas. La supremacía de Federer en el circuito es tal que durante todo el 2004 no cayó ante ningún tenista ubicado en el “top-ten”.
Tiene un buen saque, aun sin la potencia del estadounidense Andy Roddick o de Safin, mejoró notablemente su revés, va con acierto y pleno de recursos a la red, y es inmutable: aprieta el acelerador cuando ve su oportunidad, y define la historia. El tie-break 20-18 que Federer le ganó a Safin en semifinales quedará en la historia.
“Mis objetivos para el 2005 son retener el título de Wimbledon y el número uno del mundo”, señaló después de alzar el trofeo de los maestros.