DEPORTES
› OPINION
Rayos y centellas
› Por Facundo Martínez
Piden pan, no les dan; piden queso, les dan hueso, y les cortan el pescuezo. En Boca se encendió la fogata. Pero duró sólo un día, no más. Con los chispazos que se sacaron el entrenador Jorge Benítez y el presidente de Boca, Mauricio Macri, de vacaciones en Punta del Este, a propósito de la llegada del zurdo suizo Hakan Yakin, se prendió el asunto. Fueron los dirigentes los que echaron agua sobre la calentura de Benítez, que el martes, de la bronca, se salía de la vaina. No era para menos. El entrenador había visto videos del enganche, capitán de la selección de su país, pero no se convenció. Yakin no era lo que pretendía. Quizá por eso, en los días previos, Benítez repitió una y otra vez su preferencia por un enganche del medio local, que conociera el paño; lo más alejado posible de la sorpresa con la que se despacharon los dirigentes.
Por si quedaban dudas sobre la opinión de Benítez acerca de Yakin, la actitud belicosa del entrenador en la previa al encuentro frente a Independiente, cuando se enteraba por la prensa del posible arribo del suizo, fue más contundente aún. ¡Qué molesto se mostró Benítez! “Por ahí viene cansado y no llega a Tandil”, dijo. “Es un problema profundo”, admitió. “Prefería que no viniera nadie”, completó. Y semejante espectáculo no tardó en reavivar la presencia de un viejo fantasma: el de las pulseadas estériles que terminaron devorándose la relación de los dirigentes boquenses con Carlos Bianchi.
Trascendió que los dirigentes intentaron convencer al entrenador para que recapacitara y aceptara el regalo, que incluso el propio Macri lo habría llamado por teléfono al vestuario como para bajar algunos decibeles. Benítez se puso firme y, finalmente, se cayó la operación. No llegará ningún otro refuerzo, sentenciaron. Ahora queda esperar para ver si este desencuentro trae cola, porque el suelo se calentó y resultaría difícil que se volviera a pisar con igual tranquilidad.
Pero con tantos rayos y centellas por ahí, no habría que perder de vista lo verdaderamente importante. En materia de refuerzos, la llegada de Rodrigo Palacio (foto), ex Banfield, es alentadora por donde se la mire. Sin dudas, lo mejor que le ha pasado a Boca en los últimos tiempos. Todo un acierto. Figura y autor de un golazo frente a Independiente, este chico de 23 años juega de verdad: por las bandas, en diagonal, por el medio, la pide siempre, se muestra y busca constantemente espacios y, como si fuera poco, no se le caen las medias cuando tiene que ayudar en la recuperación. Todo, con una modestia inmensa, la de los grandes jugadores, esos de los que nadie duda son llamados a la titularidad. “Ha generado una expectativa muy buena en estos partidos”, admitió Guillermo Barros Schelotto, ídolo absoluto de Palacio, su sucesor.