Blanqueado que fue, por estos días, el episodio que 15 años atrás –durante el partido del Mundial ’90 entre Argentina y Brasil– nunca fue investigado por quienes debían hacerlo, ni denunciado por quienes fueron damnificados, ahora parece que se ha instalado con avidez la necesidad de “averiguar”.
Es que los negadores por conveniencia del suministro de alguna sustancia que no era agua al brasileño Branco en aquel partido están a la caza de pormenores de bambalinas del partido que durante el Mundial de 1978 la Argentina le ganó a Perú 6-0. Como si, por ejemplo, Muñante le hubiera apuntado al poste por dinero, en el remate que muy tempranamente hubiera puesto en ventaja a los peruanos.
Ya por entonces, más de un cuarto de siglo atrás, los operadores y algunos de sus esbirros instalaron la duda, incluyendo en su repertorio una bomba que estalló en la casa del funcionario de la dictadura Juan Alemann justo cuando se estaba jugando en Rosario, obviando en el análisis las notorias internas entre el Ejército (Martínez de Hoz y su gente, incluido Alemann) y la Marina (Massera, Lacoste y los suyos), los primeros renuentes a la realización del Mundial en nuestro país, y los segundos en postura opuesta.
De todas maneras, aunque ya sea casi estéril investigar el “bidón de Branco”, pese a la cínica ironía de Julio Grondona y del tiempo pasado de aquel Argentina-Perú, no estaría nada mal buscar testimonios de lo uno y de lo otro.
Pero, ya que de averiguar se trata, lo lógico sería que se investigue todo. Y que también se blanquee todo. Por ejemplo, los contratos por los cuales Torneos y Competencias es licenciatario exclusivo del fútbol por televisión hasta el 2014. Lo que hace que ningún partido de fútbol local o internacional con participación de equipos argentinos, ya sea en cable o en televisión abierta, deje de tener el logotipo de identificación de Torneos, con la leyenda “Una idea de Carlos Avila”.
Los comunicadores-rehenes que deambulan por canales de cable y de aire, otrora, y algunos no hace tanto, enarboladores de banderas contra las hegemonías, los privilegios y las posiciones dominantes, seguramente no escupirán para arriba. Si además se blanquean también algunos de los sueldos de relatores y comentaristas del régimen, se entenderá por qué.