Casi en el arranque del encuentro, una bomba de estruendo, que había iniciado su recorrido en la tribuna de Racing, explotó en la mitad de la cancha. Ameli advirtió al árbitro de la peligrosidad y sentenció: “Si cae una más, nos vamos”. Sobre el final de la primera etapa, cuando el partido estaba a punto de terminar, otra bomba cayó muy cerca del área grande de River y puso fin al encuentro.
“Es una decisión acertada. No hay que esperar a que un jugador termine lastimado. Se avisó que si caía una bomba más se suspendía, cayó otra y nos retiramos”, explicó Amelli antes de subirse al micro, cuando ya no quedaban hinchas en las tribunas. Tras los incidentes, los organizadores garantizaban la seguridad, pero los jugadores prefirieron no arriesgar más.
“Fue una decisión consensuada entre jugadores y cuerpo técnico”, explicó luego Norberto Alvarez, integrante de la delegación de River.
Poco había sido el fútbol antes del humo. River había arrancado mejor, pero le costaba mucho generar situaciones de peligro. Gallardo se empeñaba en los intentos, pero fallaban los delanteros Leguizamón y Salas, quienes no conseguían penetrar la línea defensiva de Racing, y tampoco aportaban mucho Lucho González ni Sambueza.
Racing, en cambio, con dos líneas de cuatro algo retrasadas, eligió desde el principio esperar, tratando de complicar con algún desborde de Guerrero o López, bastante poco ante la buena marca de la última línea de River.
La primera situación clara fue de los de Astrada, a los 31. Un desborde interesante de Gallardo con buen pase para González, que entraba solo, para que éste sacara un derechazo cruzado que no entró porque el arquero Luchetti consiguió desviar por arriba del travesaño.
Racing contestó de inmediato con un remate frontal de Romero, que Lux contuvo sin problemas, y volvió a tener una oportunidad clara tras una buena jugada de López, quien consiguió meterse en el área de River con la pelota dominada, amagó ante Ameli, que se quedó pagando, y sacó un buen remate que pasó muy cerca del palo derecho de Lux.
Hasta que llegó la segunda bomba, la que explotó muy cerca del área grande de River. Amelli corrió hasta Furchi y le dijo “nos retiramos”. Furchi suspendió, pero con ganas de seguir tras el descanso. Después de varias idas y vueltas, de promesas y detenciones anunciadas por la policía salteña, los jugadores igual decidieron cortar por lo sano. La gente se fue del estadio masticando bronca, los futbolistas también.