Mié 16.11.2005

DEPORTES  › LA SELECCION JUEGA SU ULTIMO PARTIDO DEL 2005

En la cueva de Bin Hammam

Pekerman hace otro ensayo en Qatar, cuyo máximo dirigente es aliado de Julio Grondona en la FIFA y podría transformarse en el próximo presidente del máximo organismo del fútbol.

› Por Pablo Vignone

Parece no haber demasiadas equivalencias. Porque aunque Qatar tenga una Liga Geriátrica canalizada con petrodólares para preparar la despedida de veteranos futbolistas, como lo hicieron Gabriel Batistuta o Claudio Caniggia, su selección ocupa el 77º lugar del ranking FIFA, más de 70 puestos por debajo del puesto de la Selección Argentina. El partido de esta tarde en Doha será la última chance que tendrá José Pekerman para ensayar jugadores en el 2005, pero sus causas no se agotan en lo futbolístico. La Argentina estará jugando en el país del que podría ser el próximo presidente de la FIFA.
Se llama Mohamed Bin Hammam, tiene 56 años, vive en Doha y preside un conglomerado de empresas que le dieron una apreciable riqueza. Pero su principal activo es su posición predominante dentro de la FIFA. Es miembro del Comité Ejecutivo del organismo rector del fútbol mundial, pero también juega un papel importante en la Comisión de Finanzas que preside Julio Grondona. Precisamente, el entorno del titular de la AFA considera que el dirigente qatarí, también presidente de la Confederación Asiática, es quien está llamado a suceder al suizo Joseph Blatter al frente de la FIFA.
Como Grondona, Bin Hammam es un gran aliado del suizo y bien podría ser su delfín. Cuando Bla-
tter hizo campaña para la reelección en 2002 por países del Cercano Oriente y Africa, utilizó para sus desplazamientos el avión que le cedió el qatarí. Acaso por esa razón, Blatter designó a Bin Hammam al frente del poderoso Programa Gol, un esquema de desarrollo asistencial del fútbol, que reparte millones de dólares entre las federaciones menos privilegiadas... un puesto clave para monitorear solidaridades e intenciones de voto. El vice del Programa Gol es el ex crack francés Michel Platini.
“Bin Hammam tiene varias características que lo hacen potable para ocupar el sillón de presidente –aseguró a Página/12 una fuente que conoce bien los pasillos de la FIFA–. Es bastante joven para los cánones del organismo; es rico, tiene una fortuna a su disposición; es amigo de Blatter, por supuesto, y contaría con el beneplácito de sus aliados. Sin embargo, hay un poderoso argumento en su contra: es árabe y no hay seguridad de que el mundo del fútbol vaya a aceptarlo como presidente”. La alternativa, según impulsan algunas federaciones europeas, sería nada menos que el kaiser Franz Beckenbauer, el presidente del Comité Organizador de la Copa del Mundo Alemania 2006. “A Platini no le da el cerebro”, afirmó la fuente.
La Selección Argentina tenía arreglado el partido contra Inglaterra en Ginebra, que terminó perdiendo 3-2, pero no tenía ocupada la segunda fecha FIFA, la de hoy, y Pekerman precisaba partidos para seguir ensayando. Allí apareció el contacto salvador de Grondona. El cachet habitual de la Selección es de un millón de dólares. La Federación de Qatar abonará en este caso 750 mil dólares por la presentación del equipo argentino. La diferencia, 250 mil dólares, es, curiosamente, la misma cantidad que la Asociación del Fútbol Argentino recibió del Programa Gol para levantar un centro de entrenamiento en el país. El centro, estrenado el año pasado, se erigió en Sarandí, la patria chica de Grondona.
Bin Hammam pasó a formar parte de la FIFA en 1996, un año después de haber organizado en su país el Mundial Sub-20 que obtuvo la juvenil Selección Argentina que comandaba José Pekerman. Fue aquél el primer logro importante del entrenador, que ha vuelto a Qatar una década después, ejerciendo otro cargo.
También el qatarí ha crecido: integrante de los comités de Estatuto del Jugador, de Urgencia y de Estudios Estratégicos de la FIFA (en este último, uno de sus compañeros es Eduardo Deluca, uno de los dirigentes más allegados a Grondona y secretario de la Conmebol), también ejerce la vicepresidencia del Comité de Etica del organismo. En 2002, hinchas ingleses denunciaron haber comprado en la reventa entradas para el partido entre Inglaterra y Argentina, en Sapporo, por más del doble de su valor original: las entradas estaban a nombre de Bin Hammam. La misma práctica se observó para el partido entre Brasil y Alemania, nada menos que la final del Mundial. “Es un misterio para mí cómo llegaron allí”, le dijo entonces al Daily Mail.
Pero la acusación más violenta la recibió del somalí Farah Addo, ex vicepresidente de la Confederación Africana de Fútbol (CAF), que lo sindicó como el que pagaba los sobornos con los que se compraban los votos de la elección de Blatter en 1998 y su reelección en 2002. FIFA lo reivindicó y, en cambio, suspendió a Addo por un período de dos años.
Evidentemente, no hay equivalencias: la selección de Qatar, dirigida por el bosnio Dzemaludin Musovic, ni siquiera se clasificó para el Mundial...

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