DEPORTES
› NARVAEZ RETUVO EL TITULO VENCIENDO POR NOCAUT A INOM
Lo cascó con una sola mano
› Por Daniel Guiñazú
Omar Narváez volvió a demostrar, por si hacía falta, que es uno de los pocos boxeadores argentinos –si no el único– que puede asegurar, a pesar de todo, triunfos fuera del país. Sin estar en las mejores condiciones físicas, con su puño izquierdo dañado, el campeón de los moscas de la Organización Mundial de Boxeo retuvo por séptima vez su corona al vencer por nocaut técnico en el 11º round al francés Bernard Inom en pelea realizada en el Palacio Omnisport de París-Bercy.
La lesión en la zurda, la mano vital de Narváez, condicionó el antes y el durante de la pelea. En un estado ideal, el chubutense era favorito claro a la retención de su título. Pero como se sabía que la recuperación del accidente que había sufrido manejando su moto en Córdoba no había sido óptima, las dudas tiñeron de cautela las consideraciones previas. Sin embargo, a la hora de subir al ring, Narváez puso todo lo que hacía falta para vencer y convencer: jerarquía y hombría, talento y coraje.
Desde el comienzo mismo, Narváez (50,500 kg) amasó diferencias. Trabajó con soltura y hasta se animó a cruzarse con Inom (50,800 kg), sabiendo que el moreno francés, hasta ayer invicto en 13 combates, no pegaba con dureza. En los tres asaltos iniciales, la izquierda del chubutense, cruzada a la cabeza y en gancho al hígado, llegó reiteradamente sobre Inom, que sólo generaba peligro lanzando un picante derecha recta en contra.
En el quinto round, Narváez vapuleó a Inom. Le dio una paliza que lo puso al filo mismo del nocaut y que le dejó tumefacto el ojo derecho. Si Narváez hubiera llegado con el ritmo adecuado (hacía 21 meses que no exponía su corona), en ese mismo momento hubiera podido definir la pelea. Como le faltó aire y una zurda entera, Inom pudo zafar con lo justo, aunque con las piernas temblorosas. De ahí en adelante, Narváez reguló la tarea. Quizás exageró las pausas. Pero estaba claro que se había exigido para noquear, no había podido hacerlo y necesitaba tiempo para reponerse. Además, la mano izquierda le dolía. Tocaba, pero no afirmaba. Y la derecha hacía el grueso del trabajo de mantenerlo a raya a Inom.
En el 10º round, precisamente, una derecha en cross de Narváez puso en la lona a Inom, a quien lo salvó la campana. Fue el preludio de la definición. En el arranque de la 11º vuelta, Narváez se abalanzó sobre el francés y le sacudió la cabeza con combinaciones de ambas manos (la derecha siempre más a fondo que la izquierda), que obligaron al árbitro estadounidense Lou Moret a detener las acciones y a consagrar su triunfo por nocaut técnico. Narváez lo celebró con sus ojos llenos de lágrimas. Y se comprendía. Era su regreso al primer nivel internacional. Y la comprobación de que el campeón está intacto y que costará sacarle el título. Aunque pelee con una sola mano.
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