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› LOS DE VOELLER, EN PARTIDO SIN BRILLO, NEUTRALIZARON EL IMPETU COREANO
Ballack fue el héroe trágico del triunfo alemán
Con un gol de su conductor ichael Ballack, promediando el segundo tiempo, Alemania batió a la empinada Corea del Sur, silenció a Seúl y está en la final del Mundo por séptima vez. Ballack, que recibió su segunda amarilla al cometer un foul desde atrás, será suspendido y no podrá jugar el match por el título el domingo en Yokohama.
El seleccionado alemán, fiel a un estilo austero en cuanto a imaginación y talento, se clasificó ayer finalista de la 17ª Copa del Mundo de Fútbol al vencer 1-0 a Corea del Sur, alcanzando la séptima final mundialista de su historia. De esta manera, Alemania jugará la final el domingo próximo, a las 8.30 de Argentina, en Yokohama (Japón), ante el ganador del encuentro que jugarán hoy Brasil y Turquía. El único gol del partido lo convirtió Michael Ballack, a los 29 minutos del segundo tiempo. Curiosamente, Ballack no podrá estar en el partido decisivo porque ayer recibió una tarjeta amarilla, y deberá cumplir una fecha de suspensión.
Acusado de ser tan talentoso como arrogante, Ballack le demostró ayer a todo un país que tiene buen corazón, al convertirse en el héroe sacrificado de Alemania al cometer una infracción “necesaria” que lo dejó fuera de la final de la Copa del Mundo, según sus más cercanos.
“Ballack fue hoy (ayer) la figura trágica. Lo que él hizo lo hubieran hecho pocos”, dijo emocionado el entrenador alemán, Rudi Voeller. Ballack no especuló, y pensó en el equipo antes que en sí mismo. El mediocampista del Bayer Leverkusen –desde la próxima temporada jugará en el Bayern Munich– apeló a los 25 minutos a una falta táctica para frenar desde atrás al delantero surcoreano Lee Chun Soo, que se acercaba peligrosamente al área alemana. Ballack, que arrastraba una tarjeta amarilla, sabía que eso lo dejaba fuera del próximo partido, que por ese entonces era una potencial final del mundo. Nada menos.
Y cinco minutos después él mismo se encargaría de enviar con su gol a Alemania a esa final, de la que Ballack ya era el gran responsable. “Naturalmente es muy amargo para mí. Es una situación extraña, lo más duro que te puede pasar como jugador”, dijo la máxima figura alemana sin dejar de exhibir su habitual semisonrisa, ésa que le genera críticas por el aire de superioridad que le da. “Tenía que hacer esa falta. Fue mi primera infracción del partido. Es triste, pero hay que aceptarlo”, se lamentó, y volvió a sonreír.
Para un hombre que es la gran estrella del fútbol de su país, y que pese a sus 25 años ya vivió el rigor destinado a las grandes figuras, su tranquilidad resultaba asombrosa. Se estaba perdiendo la final del mundial, pero sin dudas aprendía más que en muchos partidos. Nacido en la ex República Democrática Alemana (RDA), Ballack comenzó a jugar en el Motor Karl Marx Stadt, una ciudad rebautizada como Chemnitz tras la caída del Muro de Berlín. Después estuvo dos años en el Kaiserslautern y luego recaló en el Bayer Leverkusen, donde comenzó a llamar la atención de muchos. “Es un talento de los que hay uno en cien años. Puede ser mejor que Beckenbauer”, dijo de él Klaus Topmoeller, entrenador del Leverkusen, en el que tiene como compañero al argentino Diego Placente.
En la semifinal disputada ayer, el local Corea, pese a que no contó desde el inicio con la dupla ofensiva titular (Ahn Jung Hwan y Park Ji Sung), fue más de lo mismo: despliegue, velocidad, mucha disciplina y la habilidad con cuentagotas de Lee Young-Pyo. Por el lado del tricampeón mundial, la apuesta pasó por esperar en su terreno, manejar el balón con Dietmar Hamann, apelar a la velocidad de Oliver Neuville, y buscar mediante centros a los altos y potentes delanteros Miroslav Klose y Marco Bode.
Pero claro, el que volvió a destacarse fue Ballack. Pese a que comenzó la temporada pasada lesionado y jugando mal, terminó a toda orquesta, convirtiendo 17 goles, sólo uno menos que Amoroso y Martin Max, los máximos anotadores de la Bundesliga. Pero además fue decisivo para el acceso del Leverkusen a la final de la Liga de Campeones, convirtiendo seis goles, la misma cantidad que en la clasificación para el mundial.
Ballack tomó la posta que dejó el polémico Stefan Effenberg en el mediocampo del seleccionado alemán, y desde agosto lo hará en el Bayern Munich, en una transferencia que costó 50 millones de dólares por un contrato de cuatro años. Real Madrid hizo alguna vez una oferta por él, pero Ballack no se desespera por salir de Alemania. “Soy joven y quién sabe a dónde me llevará el camino”, dijo alguna vez. Por lo pronto, a Yokohama, nada menos que para una final del mundo de la que es artífice. Pero lamentablemente, sólo como observador.