DEPORTES › EN UN PARTIDO EXTRAÑO, ARGENTINA SUFRIO PARA GANAR 2-1
La Selección quiso cerrar el encuentro 20 minutos antes del final, cuando ya ganaba 2-0 con tantos de Crespo y Saviola. Costa de Marfil se agrandó, descontó con un gol de Drogba y complicó más de la cuenta al equipo nacional.
Argentina se sacó el peso del debut con un triunfo, que le otorga tranquilidad para el futuro. Hasta ahí lo positivo del 2-1 ante Costa de Marfil aquí. Sin embargo, en un análisis apenas más profundo, al conjunto de José Pekerman le quedaron varias cuestiones pendientes que deslucieron una actuación que en un momento pareció que era para la ilusión y que terminó quedando sólo en el amague. Si la búsqueda es aún más fina, la personalidad del equipo se vio bastante resquebrajada: Al no saber (y hasta no querer) cerrar el partido, cuando Costa de Marfil se puso a tiro del empate, entró en escena el miedo a regalar tres puntos ya ganados y sobrevino un momento de desconcierto y parálisis que sólo concluyó con el pitazo salvador del árbitro belga.
Resultó paradójico. El conjunto argentino no supo aprovechar que el partido le fue otorgando facilidades y se lo complicó casi solito cuando ya parecía que no había dificultades. Así se sencillo, así de extraño. Es que en un trámite muy parejo, el 2-0 de la primera etapa era una exageración por lo que habían mostrado ambos y que sólo se podía explicar en la contundencia de los delanteros argentinos y la ineficacia de los marfileños: Saviola y Crespo tuvieron tres chances netas y Argentina convirtió dos goles. Drogba y Kalou también tuvieron tres, pero Ayala trabó al capitán rival en una, Abbondanzieri le sacó un cabezazo con las piernas a Kalou en otra y la tercera terminó con un derechazo del jugador del PSG que se fue desviado.
Lo curioso se dio después. No significaba nada llamativo que, con la tranquilidad del marcador a favor, Argentina pasara a comandar todos los aspectos del juego. Mucho más si se tiene en cuenta el crecimiento de Riquelme en la conducción y la decisiva participación de Saviola con sus diagonales. El resto acompañaba con acierto. Entonces, produjeron un pasaje de quince minutos en los que hubo rotación de balón, dinámica y llegada al arco rival. Además, Costa de Marfil ya ni siquiera merodeaba el área de Abbondanzieri. Sin embargo, cuando estaba todo dado para coronar el debut con una goleada y una actuación convincente, Argentina pretendió dar por concluido el partido 20 minutos antes que el árbitro. Abusó del toque lateral, no atacó en situaciones propicias y le dio vida a un rival que, ya perdido, salió decidido a empatar o ser goleado.
Tampoco ayudaron las variantes de Pekerman, que más allá de los nombres, con los cambios mandó un mensaje claro, del que los jugadores no supieron abstraerse. Por eso, Argentina jugó los últimos 20 minutos sin arco rival, como si entendiera que con sólo tocar la pelota unas cuantas veces seguidas, sin profundidad ni intención de agredir al adversario, alcanzaba. Y está claro, no alcanzó. Porque, más allá de los tres puntos, el temor evidenciado en el tramo final reflotó el fantasma de los amistosos perdidos ante Inglaterra y Croacia en los últimos minutos.
Habían arrancado mejor los marfileños, sorprendiendo con la presión arriba, un buen toque de pelota y mucha dinámica para atorar a los creadores argentinos. No era un dominio claro, pero a la Argentina le resultaba un partido incómodo, sin poder manejar la pelota y con mucho trabajo para los defensores. El hueco que se generaba entre un Cambiasso intrascendente, parado casi como enganche y un Mascherano demasiado pegado a los centrales, era bien aprovechado por Kalou para manejar a los suyos. De esa forma, lo de Argentina pasó por la eficacia para colocarse. Pudo ser primero con un cabezazo de Ayala que se le escapó al arquero, pegó en palo y pareció ingresar, pero que el árbitro belga no convalidó. Y fue luego gracias a Crespo, que sacó provecho de un rebote entre Drogba y Heinze tras un centro de Riquelme y marcó el 1-0.
Por más que Costa de Marfil no sintió el impacto o, al menos, lo asimiló bien porque tuvo chances para igualar, Argentina volvió a golpear con una buena maniobra colectiva que terminó en un genial toque de Riquelme para que Saviola definiera de manera sutil ante la salida del arquero. El mérito de la Selección pasaba por lograr destrabar con goles un desarrollo complicado. Luego llegó el tiempo de la ilusión cuando los empezó a justificar con juego. Pero terminó dejando una enorme duda por la parálisis que sintió tras el toque de Drogba que significó el 2-1. Fue victoria y tranquilidad para el futuro, aunque también un toque de atención para lo que sigue.
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