“Por suerte me sentí muy cómodo –apuntó Roberto Abbondanzieri, una de las figuras del equipo argentino–. La pelota más difícil fue el cabezazo a quemarropa. Por suerte se quedó entre las piernas.” El arquero remarcó que “en los tiros libres sabía que siempre cerraban los disparos, así que no tuve mayores complicaciones. Después, cuando sacaba del arco, traté por todos los medios de que no se fuera la pelota afuera para así no agrandar al rival”. Para el guardameta de Boca, “la única duda que me quedó fue si en el gol la llega a rozar Ayala. Creo que no merecimos sufrir tanto”.
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