› Por Sandra Russo
Del Mundial también, pero ayer, sobre todo, muchos estuvimos hartos de Brasil. Cariñosamente, pero hartos. Y envidiosos. Es mutuo este recelo, este rumiar en contra. Pero hay algo que los brasileños deberían explicarnos. Está bastante claro qué es lo que los argentinos les envidiamos a ellos. Pero ellos a nosotros, ¿qué nos envidian?
No se trata solamente de los resultados futbolísticos. Aunque Argentina suele tener jugadores buenísimos capaces de dar grandes sorpresas. Capaces deben ser, pero las sorpresas se las guardan. Los brasileños, en cambio, tienen jugadores buenísimos que no dan ninguna sorpresa: la hinchada espera juego bonito, goles y resultados, y ahí los tiene. Copa tras copa, los tipos van embolsando sus records, que encima festejan haciendo gala de una alegría insoportable, nítida, movediza. Nuestra neurosis argenta no tolera semejante despliegue de pulsión vital. Nos da urticaria. El nuestro, más que un placer, es un goce: vean a los hinchas argentinos. ¿A quién le quieren hacer creer que disfrutan del espectáculo? ¡Mentira! ¡Se quejan desde que empieza hasta que termina, no paran ni un segundo de quejarse de que éste no corre o el otro no entró o el pase no llegó o el árbitro no cobró!
Ellos toman sol todo el año, tienen cadencia, pueblos de pescadores, mercado editorial, camarones, industria, bossa nova, garotos y garotas sin rollo con sus cuerpos, agua tibia en sus mares, carnaval, toallas baratas. Nosotros tenemos nieve, pero queda lejos. No tenemos cadencia: el tango se baila sin caderas. Tenemos carne, claro, pero se exporta. Y tenemos garúa, últimas curdas, melanco. Hay amagos de carnaval, pero salvo en un par de ciudades, los carnavales son tristes. No hay despilfarro de alegría. No tenemos una raíz negra haciéndonos flamear los cuerpos. Más bien tenemos un yeso emocional que nos hace repartir la diversión en gotas.
Lo del “vecino latinoamericano” como consuelo de un triunfo que no es propio se aplicaría a cualquier otro país, Uruguay con papeleras incluido. Pero Brasil... Ayer un número considerable de argentinos hizo fuerza por Croacia. No hay que pedir disculpas, ya que el viernes un número proporcional de brasileños se inclinará por Serbia y Montenegro. Y no es que no haya cariño. Quiero decir: el rechazo no es denso. De este lado, es simple irritación por tanto goleador que concreta. Del lado de ellos, habría que preguntarles. Para tenernos tanta bronca, ¿qué nos vieron?
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