Página/12 en Alemania
Por Juan Jose Panno

Dos horas después de terminado el partido, la televisión alemana ya había comenzado con sus ridículos programas de esos que premian a los que llaman desde sus celulares respondiendo cualquier pavada (como los nuestros) y con sus programas de Venus soft con chicas y muchachos que insinúan más de lo que muestran y ofrecen sexo telefónico. Sin embargo, haciendo zapping se podían encontrar imágenes de los festejos que se prolongaban en distintas ciudades del país. Fiesta aquí en Dortmund, la ciudad donde se jugó el partido, en Hamburgo, en Berlín, en Munich. En el este y el oeste, en el norte y en el sur brillan las banderas tricolores en manos de los que sufrieron hasta el instante final el encuentro con los polacos y encontraron el desahogo en la última pelota.

Parecía que después de un increíble doble rebote en el tiempo reglamentario ya no había más nada que hacer en ese arco embrujado, pero apareció Odonkor para tirar el centro desde la derecha y llegó Neuville para anticipar y empujar la pelota. Así quedó decretado el 1-0 que prácticamente aseguró la clasificación a los octavos de final y le empezó a abrir la puerta de salida a los polacos.

Dos de los jugadores que había mandado a la cancha Klinsmann para ver si podía quebrar el andamiaje del cuadro visitante le respondieron fenómeno. Neuville (los paraguayos lo recuerdan porque fue el que hizo el gol decisivo en Corea-Japón) había reemplazado a Podolski, que es polaco de nacimiento y alemán por adopción y se había perdido tres o cuatro goles cantados. Un rato antes, Odonkor había sustituido a Friedrich. Los dos le dieron más movilidad al ataque del equipo, lo cual, sumado a la expulsión de Sobolewski cuando faltaba un cuarto de hora para el epílogo, inclinó la cancha hacia el arco del pobre Boruc.

El arquero polaco hizo de todo para aguantar el cero: tapó remates de media distancia, descolgó centros, salió a cortar, pidió ayuda a los palos y casi consigue el objetivo. Los hinchas de banderas rojiblancas, que ocupaban un amplio sector del estadio de Dortmund, ya celebraban ruidosamente el empate cuando faltaba poco. Con el 0-0 habrían quedado mejor parados para pelear un lugarcito y necesitaban ganarle a Costa Rica y esperar una factible combinación de resultados para entrar; ahora tienen que ganarle a Costa Rica y esperar resultados con contorno de milagro.

Aunque los polacos jugaron mejor que contra Ecuador, fue justa desde donde se la mire su derrota. Los alemanes ganaron bien. Siempre buscaron más, se afirmaron defensivamente para sostener los débiles ataques rivales y generaron muchas situaciones de gol. El debut de Ballack, que venía de una lesión y se había quedado afuera contra Costa Rica, permitió formar un potencialmente terrible tridente ofensivo. El trío tuvo algunas oportunidades pero no las pudo convertir. El cuarteto Ballack, Klose, Neuville, Odonkor sonó mejor: las llegadas se espaciaron menos y el sufrimiento polaco empezó a parecerse a un martirio.

Fue muy curiosa la anteúltima jugada del encuentro: Klose saltó para cabecear y le dio al balón con la espalda, descolocando al arquero de los rojiblancos. La pelota dio en el travesaño y Ballack, que venía a la carrera, volvió a estrellarla en la parte alta del arco. Todos pensaron que ya no había más nada que hacer, pero con los alemanes todo es distinto. Llegó el gol y la gran alegría. Hace una semana tenían serias dudas con este equipo; hoy se entusiasman con la defensa más consolidada y se amparan en el ataque para imaginarse en la final.

Alemania 1
Lehmann; Friedrich, Mertesacker, Metzelder, Lahm; Schneider, Frings,
Ballack, Schweinsteiger; Klose, Podolski.
DT: Juergen Klinsmann.

Polonia 0
Boruc; Zewlakow, Bosacki, Jop, Baszczynski; Krzynowek, Radomski, Zurawski, Sobolewski, Jelen; Smolarek.
DT: Pawel Janas.

Estadio: Dortmund.

Arbitro: Luis Medina Cantalejo (España).

Gol: 90m Neuville (A).

Cambios: 63m Odonkor por Friedrich (A), 70m Neuville por Podolski (A), 76m Borowski por Schweinsteiger (A) y Lewandowski por Krzynowek (P).