Rápido como sus jugadores en función de contraataque, el técnico de Ghana dijo “no comments” cuando le preguntaron por el penal que le había asegurado a su equipo la clasificación para los octavos de final. No comen... vidrios, no comen, en realidad... Ni un poquito así de penal había sido eso que cobró el árbitro, el alemán Markus Merk (el mismo que había echado absurdamente a Messi en su debut internacional). Si la FIFA veía con simpatía a un equipo africano en la segunda fase, Merk aportó lo suyo. De todos modos, con penal o sin penal, con victoria o empate, los ghaneses igual habrían alcanzado la segunda fase. Y la verdad es que se lo merecían, especialmente por la exhibición que habían brindado contra la República Checa, pero también por la resistencia que le habían puesto a Italia.

Trescientos o cuatrocientos ghaneses presentes en el estadio de Nuremberg, envueltos en sus coloridas banderas verdes rojas y amarillas, reventaron de alegría cuando todos los jugadores se acercaron para regalarles las camisetas después de obsequiarles el pase a la ronda siguiente. Muchos norteamericanos y alemanes proyanquis alentaron ruidosamente al grito de “¡iu-e-sei!”, pero se quedaron mudos al final. Una victoria les hubiera dado el pase a los octavos...

Los africanos ganaron bien un partido discreto jugado con mucha rudeza, que tuvo tres goles nacidos en otros tantos errores:

Uno. Falla de Reyna al demorar la pelota, quite y gol de Draman con definición parecida a la de Tevez contra Serbia y Montenegro.

Dos. Mal pase de Boateng que permitió el centro para que Dempsey metiera un derechazo de nocaut.

Tres. Falla del árbitro que cobró un penal inexistente, bien ejecutado por Appiah.

Ahora les tocará enfrentarse con Brasil, pero nadie se debe haber puesto a pensar todavía en eso. Lo primero para los 22 millones de ghaneses que se amuchan a razón de casi 100 personas por kilómetro cuadrado con una esperanza de vida de 56,7 años, es celebrar el gran acontecimiento: segundos en el Grupo E, a un punto de Italia y despacharon a norteamericanos y checos, cuando pocos creían en ellos. Son los únicos del continente que siguen en pie.

Ratomir Dujkovic, un serbio que nació en un lugar que hoy pertenece a Croacia, trotamundos incansable, pasó por Venezuela, Birmania y Ruanda antes de recalar en Ghana. Armó un equipo acorde con su estilo de vida (jugadores de Turquía, Inglaterra, Alemania, Suecia, Suiza, Israel y hasta Ghana) en torno de sus principales figuritas: Essien, Muntari, Appiah y Ghian. Ayer no jugaron dos de ellos, pero reaparecerán contra Brasil en los octavos. El que en cambio no podrá jugar es Essien, que milita en el Chelsea y maneja los hilos. Brasil lo agradecerá.

Ellos dicen que no le tienen miedo a nadie, ni siquiera a Brasil, y que les van a complicar la vida a cualquiera. Es posible. Tienen buena técnica, son rápidos, les gusta el contacto con la pelota y tienen vocación ofensiva. Pero cometen demasiados errores no forzados: marcas ingenuas, remates apresurados, distracciones defensivas (el primer gol de Italia, por ejemplo). Si Brasil levanta la puntería respecto de sus anteriores actuaciones debería pasar sin sobresaltos a los cuartos, pero si sigue jugando como lo hizo hasta ahora podría no pasarla bien con estos simpáticos morenos africanos.

Ghana 2
Kingston; Pantsil, Mohammed, Mensah, Illiasu; Boateng, Essien, Appiah, Draman; Amoah, Pimpong.
DT: Ratomir Dujovic.

Estados Unidos 1
Keller; Bocanegra, Onyewu, Conrad, Cherundolo; Beasley, Reyna, Donovan, Dempsey; McBride, Lewis.
DT: Bruce Arena.

Estadio: FranknStadion (Nuremberg).

Arbitro: Markus Merk (Alemania).

Goles: 22m Draman (G); 43m Dempsey (E); 45m Appiah (G).

Cambios: 40m Olsen por Reyna (E); 45m O. Addo por Boateng (G); 59m E. Addo por Amoah (G); 61m Johnson por Cherundolo (E); 74m Convey por Lewis (E); 80m Tachie Mensah por Draman (G).