Mar 27.06.2006

DEPORTES

Diario de viaje

› Por A. G.

“Estamos como cuando vinimos de España”, dice Panno al subir al subte en la estación central de Nuremberg. Y razón no le falta. El clima mundialista que vivió la ciudad hasta el domingo parece haberse ido con los últimos holandeses rezagados tras la caída ante Portugal, que significó el último partido en esta sede. El centro de prensa del Frankenstadion ya se convirtió en un galpón vacío. “En el tiempo que atendíamos diez personas, ahora atendemos a una”, cuenta una de las empleadas del local de información exclusiva del Mundial. Y encontrar fanáticos en las calles se transformó en una tarea complicada. Tampoco ayudan los partidos del día, que no son de equipos que habitualmente provoquen simpatías prestadas.

Pero de pronto, el milagro. Ocho adolescentes alemanes suben en la estación Rennweg. El más chiquito, un rubiecito al que el resto le saca casi una cabeza, lleva puesta, orgulloso, su camiseta de la selección. Es oficial Adidas aunque es del modelo anterior y está un poco gastada. Se nota un uso intensivo. Pero la casaca no es la de Klose, Ballack o Podolski. Entonces, la pregunta cae de madura: “¿Por qué llevás puesta esa camiseta?”. El pibe se levanta del asiento y se la agarra con las dos manos y la muestra. “Es la más linda –señala–. La camiseta argentina es la más linda”, repite. Ninguno de sus amigos lo contradice. Y sube la apuesta cuando se le pregunta si no le interesa el partido del viernes, ya que está vestido con la camiseta del rival de Alemania. “Claro que me interesa. Por eso me la pongo. Porque Alemania va a perder”, asegura convencido, mientras los compañeros se ríen de la ocurrencia del más chiquitín del grupo. Y, además, se emociona cuando se entera de que el interrogatorio llegaba de dos periodistas argentinos. “Oh, amigos, ustedes mis amigos”, grita, aunque ahora en castellano. “Messi es el mejor”, comenta, mientras busca con desesperación algo en su mochila. Por fin lo encuentra. Es un teléfono celular. Lo desbloquea y muestra la pantalla con una foto del crack del Barcelona en el partido ante Holanda. “Soy hincha de Argentina por Messi”, comenta. Tener a mano un folleto que entregó la oficina de prensa de la AFA, con las fotos y los datos estadísticos del plantel argentino sirve para quedar bien con nuestro nuevo amigo que, tras agradecer el obsequio, lo primero que hace es buscar a su ídolo. El subte llega a la estación de destino de los chicos. “Chau, amigos, gracias”, dice, otra vez en castellano, y se va caminando con sus compañeros. Es realmente chiquito. Y la ocurrencia de Panno no falla: “Mirá, parece Messi entre Abbondanzieri, Cruz, Burdisso, Ayala, Crespo y Heinze”.

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