Mié 03.07.2002

DEPORTES  › OPINION

Ejemplo en Costa Rica

Por Gustavo Veiga

El fútbol te da sorpresas, sorpresas te da la vida. La selección de Costa Rica, luego de retornar a su país tras el Mundial, dejó plantado al presidente Abel Pacheco en la casa de gobierno. Los jugadores habían sido invitados a un almuerzo con el político y psiquiatra que gobierna desde mayo pasado y, salvo uno, ningún otro futbolista asistió al encuentro. “Es deplorable hacerle esto al presidente”, afirmó el ministro de Cultura, Guido Sáenz. “No tengo palabras para calificar esta actitud”, agregó Jorge Muñoz, el director de Selecciones Nacionales, la misma función que cumple aquí José Pekerman.
El episodio viene a cuento de otras ceremonias, con comida o sin ella, con bienvenidas protocolares o no, que han surcado nuestra historia. En la Argentina, desde Alfonsín a Menem o desde Onganía a Videla, los seleccionados de fútbol participaron de un Mundial, fueron saludados en la Casa Rosada o en la quinta de Olivos y departieron con los gobernantes de turno. Una práctica ritual que simboliza como pocas la estrecha relación entre política y deporte.
Eduardo Duhalde supo que no podría cumplir con ese designio cuando fracasó el plan B (con be de Bielsa). Pero, a su modo, adhirió a una victoria ajena que ayer disfrutó su colega Fernando Cardoso en el Palacio de Planalto. Este tipo de liturgia, entonces, no es un acto reservado que se guarden para sí, sólo los presidentes de estas tierras, regadas desde diciembre pasado con la sangre de militantes populares.
De ahí que, cualquiera haya sido la razón esgrimida por los futbolistas costarricenses para desairar al centroderechista que gobierna en su país, ese hecho no pueda soslayarse. “Para nosotros es muy difícil ausentarnos el primer día de entrenamientos y sin una invitación formal”, aseguró el arquero Eric Lonnis. “No quiero referirme al caso. Yo no pude ir y punto”, se excusó tajante, el volante Rodrigo Cordero. El presidente Pacheco, con la óptica de un profesional de la medicina, respondió con sutileza: “Los motivos de la ausencia de los jugadores están lejos del entendimiento de este humilde psiquiatra”. Agorero, el máximo dirigente del balompié de Costa Rica, Hermes Navarro, sentenció: “Todo esto perjudica al fútbol”.
Que se sepa, el fútbol es maltratado desde hace décadas. Tantas como las que lleva su evolución de juego-deporte a deporte-industria. Y, en gran medida, los gobiernos de turno en cualquier lugar del planeta han sido artífices de ese destino. Para tapar sus crímenes o subirse al carro de los triunfadores, como en la antigua Roma. Pan y circo, que le dicen. Aunque hoy, ni siquiera garantizan el alimento.

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