Para regodeo de cuervos (1-7 mediante), desazón de bosteros y frustración de escrutadores de estadísticas, al empatar el domingo con Godoy Cruz en su cancha, Boca no superó el record que fue casi la expectativa excluyente en la antesala del partido contra el equipo que en todo el torneo marcó solamente un gol.

Por supuesto, y como corresponde a la cultura tilinga de quienes habitualmente van al envase y no al contenido, pareciera que el gran protagonista del 0-0 fue el recién llegado Ricardo La Volpe. Quien, que se sepa, no dijo antes del encuentro que el plantel estaba cansado después del partido contra San Pablo. Lo dijo después. Si no lo sabía antes, pareciera un improvisado. No es de creer que La Volpe lo sea. Si lo sabía y recién lo dijo después, prevención de recién llegado que evita levantar olas innecesarias. Lo razonable es colegir, otra vez como quien recién se hace cargo, que cambiar el equipo –cansado o no por el trajín paulista, que de última no es más que un partido de fútbol de entresemana, es cierto que final de copa, pero partido de fútbol al fin– aparecía como una innecesaria originalidad.

Sí hubo cambios al comenzar el segundo tiempo. Pero, en los papeles por lo menos, y al paladar de quien esto escribe, Dátolo no es menos que Marino, aunque éste sea más enganche y aquél más lanzador, ni Calvo menos que Ledesma (funciones diferentes mediante) y el Mellizo Guillermo tiene que estar siempre y desde el arranque no importa cómo vaya el partido.

Volviendo a los regodeos, las desazones y las frustraciones del principio, vale tener en cuenta que con Ribolzi de técnico –en un solo partido– Boca ganó; que con Basile Boca también ganó todo, pero perdía 1-0 con Gimnasia en el partido suspendido de La Plata y ahora, con La Volpe, empató contra el modesto Godoy Cruz. Son los jugadores, estúpido... Y es el fútbol, tonto...