DEPORTES › OPINION
› Por Diego Bonadeo
Hay una concurrencia de vergüenzas. Algo así como las responsabilidades culposas o dolosas que pueden darse en los delitos y que prevén los códigos de justicia. En este último caso, la concurrencia supone acumulación de penas. En la concurrencia de vergüenzas que llevaron a la suspensión por segunda vez del partido que en La Plata debían jugar hoy San Lorenzo y Racing hay, en cambio, una “desacumulación” de responsabilidades, a partir de la ya recurrente, habitual y absurda naturalización de esquivar el bulto para no hacerse cargo.
Que el factor determinante de la primera suspensión haya sido la interposición de supuestos “hinchas” en el camino que debían tomar para viajar a la capital de la provincia los planteles desde sus concentraciones y que el partido previsto para hoy no pueda jugarse porque otro –o el mismo– grupo haya apretado a Julio Grondona en las puertas del edificio de la Asociación del Fútbol Argentino son solamente ingredientes por lo menos incruentos, en medio del total desgobierno cuyo encauzamiento parece que nadie puede, ni quiere, llevar a cabo.
Ni el Gobierno, la AFA, ni el Coprosede, ni los clubes, ni el grueso de los jugadores, ni la mayoría del periodismo, ni parece que casi nadie, busca o encuentra nada que se le parezca a un principio de solución. Pareciera que todo pasa por el “todo pasa” del anillo del presidente de la AFA. Total, el campeonato ya se termina, llegan las fiestas, el receso... Iban a jugar a puertas cerradas por vergüenza. Entre otras mil vergüenzas, por la de haber sido y el dolor de ya no ser...
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