DEPORTES › OPINION
› Por Pablo Vignone
Quizá Julio Grondona malacostumbró a los dirigentes, haciéndoles creer que él solito poseía la capacidad y la muñeca suficiente para sacar adelante al fútbol argentino; quizá los necesitaba o los prefería así, sin pilas pero encolumnados, para darles dirección unipersonal a las decisiones trascendentales.
Escribía ayer en esta página Diego Bonadeo: “Ni el Gobierno, la AFA, ni el Coprosede, ni los clubes, ni el grueso de los jugadores, ni la mayoría del periodismo, ni parece que casi nadie, busca o encuentra nada que se le parezca a un principio de solución. Pareciera que todo pasa por el ‘todo pasa’ del anillo del presidente de la AFA. Total, el campeonato ya se termina, llegan las fiestas, el receso...”. Acertadísimo.
Un fin de semana sin episodios de violencia bañó de tranquilidad al fútbol de Primera. Sólo quedan dos más para terminar el año. ¿Y después? Los dirigentes parecen estar desperdiciando un tiempo magnífico para debatir soluciones de fondo. O acaso confían en que Grondona proveerá. Si él solito pudo parar la huelga tácita del domingo 19.
Por eso, en lugar de estudiar qué hacer el año próximo, con el nuevo torneo Clausura, como prometieron una vez que anunciaron la decisión de hacer jugar los partidos sin público visitante (de lo que tuvieron que arrepentirse menos de una semana después, sin que se hayan conocido conclusiones sobre la medida), los dirigentes se abocan a cuestiones de importancia bajo cero.
Como hacen los de Independiente, por ejemplo: después del abortado proyecto de jugar la Copa Interamericana de 1975 en 2005 contra un equipo de Trinidad y Tobago, ahora discutieron sobre cómo organizar la Interamericana de 1984 ante el Violette de Haití, un equipo que hace veintidós años ganó la Copa de la Concacaf, pero que hoy exhibe nivel de Primera C o poco menos. Un partido tan absurdo que hasta la anquilosada Confederación Sudamericana le negó carácter oficial.
Estos son los dirigentes del fútbol argentino. Así manejan una actividad que involucra deporte, espectáculo, negocio e incapacidad y que, pese a la ausencia de escenas de violencia en lo reciente, no está curada: entre otros males, ahora sufre tanto de anemia como de Alzheimer.
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