DEPORTES › VENCIO AL PANAMEÑO CALLIST
El triunfo llegó por nocaut técnico en el tercer round, en el Buenos Aires.
Marcos René Maidana subió un escalón en su marcha rumbo al campeonato de los welter juniors de la Asociación Mundial. Su gran victoria del viernes por la noche ante el panameño Miguel Callist por nocaut técnico a los dos minutos y 57 segundos del tercer round arrojó una conclusión clara: ya no hay lugar en su carrera para los rivales de ocasión, fáciles de noquear. De ahora en adelante y hasta que llegue la pelea por el título ante el francés Souleymane M’Baye, habrá que arriesgarlo con mano sabia y pulso firme, sin hacerlo caer en riesgos exagerados, ante adversarios bastante más importantes, que lo fogueen y lo hagan crecer. En el ring montado en la cancha central del Buenos Aires Lawn Tennis Club, y en la noche más importante de su corta campaña, el santafesino demostró que además de una pegada portentosa, que le hado dado 17 nocauts en 18 combates, tiene clase de noqueador. Un atributo que no abunda. En el boxeo argentino ni en ninguna otra parte.
Lo mejor de todo fue que Maidana (63,350 kg) no se desbocó en busca de un nuevo nocaut. No salió a meter una mano a como diera lugar ni a correrlo a Callist (63,500 kg) por todo el cuadrilátero, como un vulgar aporreador. Estuvo prudente, medido, para nada ansioso, sabedor de que la oportunidad llega sola y que lo único que queda por hacer es trabajar para ello. Delante de él tenía un boxeador experto, zurdo, elegante, buen caminador del ring. Y nunca se apuró. Soportó bien el ahogo que le provocaron algunos ganchos fuertes que Callist le colocó en el hígado en el segundo asalto. Y cuando alcanzó a conectarlo al panameño, puso en claro que su potencia compensaba cualquier diferencia que hubiere en cuanto a oficio y calidad.
La definición derrochó categoría. No fue la consecuencia de un golpe en particular sino la sumatoria de varias manos demoledoras. Maidana lo fue minando a Callist con ganchos a los planos bajos que se combinaban a la cabeza, hasta que las piernas del panameño estuvieron a punto de quebrarse en un rincón, pero pudieron resistir el embate. Una brutal izquierda abierta lo volvió a estremecer a Callist y lo mandó contra las cuerdas donde recibió el final de la metralla endiablada del santafesino. Cuando transcurrían dos minutos y 57 segundos del round, el árbitro venezolano Enzo Montero paró la pelea y declaró ganador a Maidana por nocaut técnico, mientras Callist no podía tenerse más en pie (los doctores Amoia e Iglesias demoraron tres minutos en recuperarlo sobre la lona) y los 1700 espectadores de un estadio habilitado para 8000, no paraban de aplaudir.
Maidana casi que no lanzó golpes de más. Tiró mucho, erró poco, pensó siempre. Y eso es lo que merece llamarse clase de noqueador. Cualquier otro hubiera tirado manotazos a diestra y siniestra. Maidana, en cambio, no desperdició energías. Sus impactos no fueron ampulosos, sino cortos, secos, justos, cargados de nocaut. Con ellos, ganó todo: su pelea más importante, el respeto del público, los elogios de la cátedra y una oportunidad por el título del mundo que deberá llegar pronto, pero sin apuros, después de cuatro o cinco peleas ante rivales exigentes.
Sería una pena que la ansiedad se devore a la mayor promesa del boxeo argentino de estos días. Una promesa que va en camino de convertirse en realidad.
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