DEPORTES › NALBANDIAN FUE UNO DE LOS QUE SE QUEJO POR EL INTENSO CALOR
El cordobés y Sharapova, que jugaron con casi 40 grados, lideran las protestas en Australia, algo que Nadal no comparte.
› Por Juan José Mateo *
Desde Melbourne
Una decena de palabras, apenas un párrafo en un reglamento, hicieron que al español Rafael Nadal, en sus intentos por adaptarse al calor, la humedad y el viento de Australia quedaran reducidos a un ejercicio de buena voluntad. Mientras, otros tenistas resaltaron sus quejas por jugar bajo condiciones extremas, en horarios matutinos. Resulta que al mediodía los termómetros de Melbourne se acercaron ayer a los 40 grados. Y la organización del torneo activó su política de calor extremo. Quizá por ello se suspendieron los encuentros de las canchas descubiertas, mientras se cerraban los techos corredizos de las dos principales. Nadal, al que le esperaba la central, la Rod Laver, jugó bajo techo, sin viento, sol ni calor, lo que provocó el malestar del resto, y también de algunos top ten.
El argentino David Nalbandian, número ocho del mundo, explicó: “Jugar así, en estas condiciones, es terrible. Te sentís muy mal, es horrible jugar. La regla es injusta, porque no es igual para todos. Los jugadores que vienen después no juegan con este calor. Y eso en las siguientes rondas se nota”, resumió con la cara quemada por el sol. “Con este calor –continuó–- entrás en una especie de juego mental con el contrario, porque se trata de no mostrar que estás cansado. Sólo pensás en que termine el juego, en ponerte debajo de la sombrilla y en beber agua para volver a empezar otra vez. Mi contrario se vino abajo. No se podía ni mover. El físico que tengas da igual, en cualquier momento te caés muerto.”
El cordobés, que vivió al borde del precipicio contra Tipsarevic, se salvó en el último suspiro, cuando el serbio no aguantó más y se retiró, como antes había hecho el belga Rochus.
“Yo creo que o no se juega en todo el día, o entrás en si es peligroso para la salud jugar o no jugar”, explicó el español Carlos Moyá, indefenso ante las ventajas que ofreció el estadounidense James Blake, al jugar en cancha cubierta, sin viento.
Tanto apretó el sol que casi acabó con el torneo. María Sharapova, la cara del cuadro femenino, estuvo a dos puntos de ser eliminada por la francesa Pin. De nada le sirvió que a las mujeres se les permita parar 10 minutos entre el segundo y el tercer set si así lo solicitan: “Ha sido muy duro”, admitió. “Era difícil pensar en qué hacer, aparte de en conseguir hacer los puntos lo más cortos posibles. Sinceramente, creo que el cuerpo humano no está hecho para jugar tres horas bajo este calor. La regla es la que es. Y no me gusta necesariamente”, cerró la rusa.
Con ella coincidió Pin: “Me ardían los pies y me dolían las piernas, que me temblaban”. Y agregó: “Me puse hielo e intenté no pensar en ello, porque sabía que el partido tenía que seguir. Durante el descanso del tercer set intenté ponerme bajo la sombra dentro de la pista, para no desacostumbrarme a las condiciones del partido. Normalmente paso ese descanso bajo el aire acondicionado. Eso me aniquiló”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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