Alfio Basile durmió tranquilo. El sueño se le cumplió. Su equipo, la Selección Argentina, jugó ayer en el Stade de France de París bastante mejor que lo que lo había hecho ante Brasil en Londres y frente a España en Murcia. El resultado, que nunca es accesorio, también fue distinto. Resultó triunfo, el primero de esta era, un triunfo claro e indiscutible, logrado tras una actuación más lúcida que lucida, más sólida que destacada. Con un golazo de Javier Saviola, la Argentina derrotó como visitante a Francia y en esta época de rimbombantes amistosos sin mucho trabajo previo, el prestigio del equipo nacional quedó a resguardo.

La Selección no deslumbró pero impresionó bien. Consciente de sus carencias en juego (la ausencia de un organizador nato fue evidente y el equipo reaccionó en consecuencia) apostó por aplicarse a un funcionamiento aceitado y sin derroches, apelando en general a los pelotazos a Saviola y Crespo como método de ataque.

Tuvo pocas llegadas la Argentina, pero el anhelo comenzó a transformarse en victoria cuando aprovechó con eficacia la primera de todas, antes del cuarto de hora. Zanetti la tomó en el medio y le dio a Saviola. El delantero, en un gran momento, habilitó con un tacazo al volante, que al vacío lanzó el centro bajo. Crespo remató al cuerpo del arquero local Coupet y el rebote lo tomó el mismo Saviola, que disparó alto para vencer la valla vacía.

No generó muchas más situaciones de gol la Argentina: se recuerda especialmente un remate cruzado de Crespo en el complemento, que Coupet sacó al corner. Pero no se notó tanto porque, en general, no hubo peligro. Porque Francia, el local, el subcampeón del mundo, tampoco generó riesgo. La Argentina le robó la pelota en el primer tiempo y luego, en el complemento, cuando la tuvo, careció de profundidad. Ribery, el mejor jugador local, no encontró eco adelante ni en Henry ni tampoco en Trezeguet aunque, claro, buena responsabilidad de eso descansó en el funcionamiento de la defensa argentina.

Ayala, que alcanzó el record de mayor cantidad de partidos con la camiseta de la Selección (ver aparte), fue impasable, tanto de arriba, cuando Francia se repitió en los centros, como por abajo. A su lado, Milito reaccionó con la misma prestancia en el juego aéreo, y sólo se le computó un pifio en el primer tiempo, una pelota que Henry aprovechó con picardía y que Abbondanzieri tapó con reflejos, una de las dos más claras situaciones de gol de los locales: la primera había sido un remate cruzado de Ribery.

Tapados por Burdisso y Heinze en los laterales, los franceses se enredaron en el medio, en donde Cambiasso tejió una maraña en torno de Vieira y Makelele, ayudado por el debutante Gago (que cumplió) y el retornado Zanetti, que desapareció en el primer tiempo, mientras Lucho González, parado un poquito más adelante, intentaba la habilitación de los delanteros.

Robándole así la pelota a Francia, haciéndola circular, asegurándola con el control del juego, Argentina manejó con solvencia su ventaja en el primer período. En el segundo, aun cuando los franceses insistieron con mayor empeño, no perdió la calma ni las referencias, y aun a pesar de haber cedido el control del balón, retuvo los resortes del partido.

Quedó muy conforme Basile, más allá del resultado. Es que la Selección empezó a jugar como a él le gusta.

0-FRANCIA

Coupet; Sagnol, Squillaci, Escudé, Abidal; Ribery, Vieira, Makelele, Malouda; Henry, Trezeguet.

DT: Raymond Domenech.

1-ARGENTINA

Abbondanzieri; Burdisso, Ayala, Milito, Heinze; Zanetti, Gago, Cambiasso, L.González; Saviola, Crespo.

DT: Alfio Basile.

Estadio: Stade de France (París).

Arbitro: Damir Skomina (Eslovenia).

Gol: 14m, Saviola (A).

Cambios: 46m, Govou por Malouda (F) y Clerc por Sagnol (F); 71m, Anelka por Trezeguet (F); 77m, Gutiérrez por González (A); 78m, D.Milito por Crespo (A); 83m, Agüero por Saviola (A); 87m, Cissé por Makelele (F).

Recaudación: 3.500.000 euros.