A los 69 años, el Enzo Ferrari argentino, Oreste Berta, concurre tres veces por semana a la Fortaleza, el altar de su magia. “Pero me parece que a veces les molesta a los chicos, porque por ahí les saco dos o tres mecánicos para trabajar en una idea propia...” Su apellido sigue siendo sinónimo de liderazgo en el automovilismo argentino, y Berta lo complementa con sus proyectos fantásticos: a su túnel de viento (el único en Sudamérica) y su dinamómetro de rolido (“según la empresa que lo construyó, el más eficientemente instalado del mundo”) le acaba de sumar un circuito de pruebas propio, en los terrenos de la Fortaleza, un logro que le demandó dos años y medio de proyecto y realización, que involucró “una inversión millonaria... en dólares” y al que mostró en sociedad aprovechando la presentación del equipo oficial Ford de Turismo Competición 2000, que dirige uno de sus hijos, Oreste (h.), y que el domingo comienza en el torneo 2007.

Hace tiempo que Berta no sigue las carreras: “Me acabo de enterar de que el domingo arranca el campeonato”, sugiere, aunque sea difícil de creer. Después de todo es el torneo que el equipo Berta Ford YPF ganó, desde su creación en 1997, en cinco oportunidades, con 57 victorias, 75 poles y 54 records de vuelta. “El equipo es de los chicos y lo maneja Orestito; a la Fortaleza la conduce desde hace un año y medio Brian. Yo vengo poco...” Sin embargo, se mantiene a la vanguardia de la tecnología automotriz, lo que permite a toda la organización sacar ventajas y ganar más campeonatos que los rivales.

“Siempre hemos desarrollado la ingeniería de nuestra empresa para estar al nivel de lo mejor del automovilismo mundial –cuenta cuando habla del circuito de pruebas, bautizado Gastón Perkins–. Cuando vimos la inversión que había que hacer, mis hijos no estaban tan convencidos... o no tenían ganas de gastar tanta plata”, bromea.

Sólo Ferrari en F-1 tiene su propio circuito de pruebas, en Fiorano, como lo tenía Lotus en Hethel cuando todavía corría. En la Argentina, por supuesto, no hay equipo que lo tenga... salvo el Berta Ford YPF. “La idea nació hace dos años y medio. Para implementar nuevas técnicas de desarrollo de coches necesitábamos mediciones exactas que no se pueden hacer en los autódromos. Lo vamos a usar muchísimo para poder mejorar la ingeniería del auto de carrera”, explica.

Berta da un ejemplo de cómo puede sacar más ventaja con sus niveles de innovación técnica. “En uno de los anillos de la pista es posible destruir una goma en 25 vueltas. Podemos medir el desgaste de la goma, la degradación, el nivel de adherencia, todas las variables necesarias para calcular una suspensión mejor.” La pista contribuirá a un diseño más acabado de sus coches de TC 2000, preciso para seguir ganando, pero no sólo para eso. “Esta pista se hizo para la industria automotriz argentina –admite Berta, que se ilusiona con que los rivales del equipo puedan usarla también–. Mire: confidencialmente sé que hay fábricas que mandan sus autos a dos pistas en Brasil porque no había algo así acá. Ahora pueden utilizar este circuito.”

La flamante pista puede usarse también para adiestrar pilotos, pero ésa es una tarea que Berta deja a sus hijos. “En un autódromo, un piloto enfrenta una situación límite a lo sumo durante 5 a 10 segundos por vuelta. Aquí, la exigencia es constante. Ocho horas de entrenamiento aquí equivalen al aprendizaje de un año entero en los autódromos.”

–Ahora que Ford dejó la Fórmula 1, ¿ya no se hacen piezas aquí para los motores de F-1?

–No tengo nada que ver con la F-1 después de que rechacé una oferta importante en 2000 para encargarme de una parte importante de los motores Jaguar. Ahora me interesan otras cosas. Por ejemplo, estuve ocho meses desarrollando un sistema de simulación que había empezado a trabajar Orestito. Se lo devolví para que lo usara y me replicó que era lo que él ya había hecho. No, le dije, ahora tiene encima mi experiencia...