DEPORTES › ARRANCA EL MUNDIAL 2007
La conciencia ecológica cunde en la máxima categoría del automovilismo.
La Fórmula 1 tampoco quiere quedarse fuera de la defensa del medio ambiente, por lo que pronto pisará el freno a las emisiones de dióxido de carbono (CO2). No obstante, la búsqueda de tecnologías más armónicas con el entorno son un complicado ejercicio de equilibrio en el máximo deporte de la velocidad, que da comienzo el sábado a su Campeonato Mundial 2007 con el Grand Prix de Australia, en el Albert Park de Melbourne.
Hasta ahora, la Fórmula 1 y la protección del medio ambiente se consideraban incompatibles: los coches de 800 caballos de potencia queman entre 80 y 100 litros de combustible cada 100 kilómetros y las emisiones de CO2 en la categoría mayor del automovilismo son altísimas. Con unos 1500 gramos de CO2 por kilómetro, un auto de Fórmula 1 escupe nueve veces más que un coche común, de un promedio entre 160 y 170 gramos de CO2/km. La UE ya anunció limitar las emisiones a 130 gramos.
La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) decidió adaptarse a los tiempos que corren y evalúa medidas ambientales en la Fórmula 1, como el uso de biocombustibles a partir de 2011. Además se avanzará en conceptos como recuperación de calor y energía. Sólo así podrá evitarse que la Fórmula 1 sea “vista como un dinosaurio”, advierte el presidente de la FIA, Max Mosley.
La Fórmula 1 “verde” fue proclamada como un objetivo a mediano y largo plazo. Con esto en mente, Honda competirá este fin de semana en Melbourne con su “coche-globo terráqueo”: un mapa del mundo adorna los coches japoneses. “El cambio climático es probablemente el mayor problema individual que amenaza nuestro planeta, y tampoco la F-1 es ajena a este problema”, opina el jefe del equipo Honda, Nick Fry.
La actual discusión sobre las emisiones de CO2 por la Fórmula 1 está muy distorsionada, afirman en BMW, que comienza su segunda temporada con equipo propio. El 99 por ciento de las emisiones en la categoría reina del automovilismo es producto de los espectadores que se acercan en coche hasta el circuito, dicen los bávaros. Este cálculo parte de la premisa de que 100 mil espectadores recorren unos 150 kilómetros en 50 mil autos para ver la carrera. Visto de esa forma, una temporada de cualquier campeonato nacional de fútbol es más contaminante que la Fórmula 1. Sin embargo, la competencia es para el automovilismo la principal plataforma de marketing si la idea es hacer algo a favor de una imagen más ecológica.
En ese sentido, los autos de última generación, que podrían dar nuevo impulso a la introducción de nuevas tecnologías en los coches de calle, serán menos hostiles con el medio ambiente. El clima se beneficiará además, aunque sea por razones de costos, de la limitación a 30 mil km de la distancia anual de pruebas. También la abrasión de los neumáticos fue notablemente reducida.
Mosley mira ya hacia un “futuro verde”, aunque sólo sea por lógica: en lugar de tener un coche de tres litros y 800 caballos que sólo quema combustible, es preferible otro que produzca 650 caballos y que logre los otros 150 a través de la recuperación de energía (con un sistema que hará posible el almacenamiento de energía que ahora se desperdicia en una frenada), con lo que además se reduce la emisión de CO2 y se influye directamente sobre la industria automotriz. “Entonces habremos conseguido algo”, sentencia.
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