DEPORTES
› LA VICTORIA DE CAÑAS EN TORONTO ES EL SINTOMA DE ALGO MAS GRANDE
Un glorioso momento del tenis nacional
Los tenistas argentinos han conseguido ya ocho títulos profesionales en lo que va de la temporada, les ganaron a los mejores jugadores del mundo y llevan recaudados más de 5 millones de dólares en premios.
Por P. V.
Con el fútbol no nos fue nada bien: todavía nos lastima la eliminación en la primera ronda del Mundial; con el automovilismo penamos, porque sigue sin aparecer un digno sucesor de Fangio o Reutemann, mientras Mazzacane ni siquiera figura en los planes de nadie; el básquetbol afronta la proximidad de un mundial sin expectativas de máxima ni candidaturas que alentar, y con el vóleibol no se ha visto en los últimos tiempos disciplina con mayor centimetraje por derrota, eliminada de la Liga Mundial a dos meses de un Mundial y en casa. Pero el tenis, por fortuna, salva las papas de un año deportivo tan pobre como las arcas del Tesoro.
La conquista de Guillermo Cañas del Masters Series de Toronto, el torneo más importante ganado por un tenista argentino en los últimos 13 años, puso en foco la mirada de muchos aficionados sobre los resultados de los representantes nacionales en una disciplina histórica, que vistió sus mejores ropas con Guillermo Vilas, pero que, a contramano de la recesión y la miseria que se enseñorearon con el país, ha recaudado en el exterior más de cinco millones de dólares en lo que va del 2001. También logró victorias sobre los cinco mejores jugadores del mundo –Hewitt, Safin, Haas, Henman, Kafelnikov–, metió a 21 jugadores entre los 400 mejores -varones y mujeres– del mundo, llevada ganados, junto a potencias tenísticas de primerísimo nivel como España y Estados Unidos, más títulos en el año que ningún otro país. Suerte que todavía tenemos tenis.
El repaso de los datos es elocuente: con el de Cañas en Toronto, los tenistas argentinos han ganado ya 7 títulos profesionales del circuito ATP (Cañas en Chennai y Toronto, Gaudio en Barcelona y Mallorca, Nalbandian en Estoril, Chela en Amersfoort y Acasuso en Sopot), un título de la Women Tennis Association (Mariana Díaz Oliva en Palermo) y 8 torneos challengers (de menor cantidad de premios), además de haber conquistado el Campeonato Mundial por Equipos de la ATP, en Dusseldorf, y haber llegado a las semifinales de la Copa Davis, al vencer a Australia, match que se jugará contra Rusia, en Moscú, el mes próximo.
Por primera vez en la historia del tenis argentino, cuatro jugadores ocupan un lugar entre los primeros 25 del ranking de la ATP; en realidad, hay 16 tenistas entre los primeros 200, y son cinco las chicas que ocupan ubicaciones similares en el escalafón de la WTA.
¿Se puede ir más arriba? Se puede. La Argentina no tiene ningún representante entre los top-ten del ranking mundial desde 1990, cuando Martín Jaite ocupó durante una semana de julio el décimo lugar. Pero el éxito de Toronto depositó a Cañas en el 12º lugar del ranking, a solo 70 puntos del décimo, el francés Sebastien Grosjean, y la esperanza es que pueda descontar esa ventaja en un poco tiempo. Cañas ha demostrado tener fundamentos técnicos y, sobre todo, anímicos, para lograrlo.
Semejante éxito ha sido tan redituable que esos 21 tenistas, más la juvenil Laura Montalvo, llevan recaudados en lo que va de la temporada más de 5 millones de dólares, una cifra envidiable para el deporte de la devaluación, teniendo en cuenta que para correr en la Fórmula 1 Gastón Mazzacane necesitaría depositar esa cifra, y que por su actuación en el Mundial de Corea y Japón la Selección Argentina cobró menos de tres millones de dólares; de haber ganado la Copa, habría recibido 7 millones.
De esos cinco millones facturados por la raqueta nacional, solamente Cañas ganó más de un millón de dólares, acumulando ya algo más de 2.300.000 dólares en su campaña. El cordobés David Nalbandian, finalista en Wimbledon, superó largamente el medio millón de dólares, cifra a la que se acercan Gastón Gaudio, Juan Ignacio Chela y Paola Suárez, que no ha logrado ningún torneo de singles pero sí el título de dobles de Roland Garros. Esas cifras solo pueden ser superadas por las ganancias de los futbolistas argentinos protagonistas de resonantes pases, como Juan Román Riquelme, que en el Barcelona ganará tres millones de dólares anuales. Pero a los futbolistas de la Selección la AFA les debe todavía los premios de las eliminatorias, a razón de 100 mil dólares a repartir por victoria. El crecimiento tenístico se debe a varias razones. Los jugadores argentinos, nacidos en el polvo de ladrillo, se animan mucho más a jugar en otras superficies, como el cemento de Toronto que ganó Cañas o el césped de Wimbledon que vio finalista a Nalbandian. La excepción que confirma la regla es la de Franco Squillari, que fue número uno de la Argentina durante varios años, pero que todavía apuesta solamente al polvo de ladrillo y está fuera del top-100.
De Vilas para acá, el tenis se ha hecho popular, y aunque esa popularidad decreció notablemente en la última década, el esfuerzo personal de una camada, encabezada por Cañas, logró doblegar las dificultades que implica jugar torneos internacionales casi en soledad y sin subsidios oficiales. A esa camada se le sumó otra más juvenil, liderada por Nalbandian, Coria, Clarisa Fernández (que no ganó ningún título aún pero que fue semifinalista en Roland Garros), fruto de un trabajo de base que la Asociación Argentina de Tenis proyectó en 1996.
En función de los resultados, éste que no ha terminado es uno de los mejores años del tenis argentino profesional. Nada superará a 1977, cuando Guillermo Vilas ganó 15 títulos, incluyendo los Grand Slam de Australia y el US Open; se jugó la semifinal de la Copa Davis ante Australia, se conquistó la Copa Galea (la Davis para juniors) y Claudia Casabianca ganó el US Open junior. Pero se está cerca de las campañas de 1980, 1981 y 1989, cuando se ganaron nueve títulos en cada temporada.
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