DEPORTES › EL MEJOR JUGADOR DEL MOMENTO
Pasó cuatro meses por Boca, jugó 25 partidos, le queda la segunda final de la Libertadores y regaló estos momentos.
› Por Facundo Martínez
24 de febrero, las asistencias. Boca perdía contra Independiente por la 3ª del Clausura, estaba un gol abajo y necesitaba a Riquelme para dar vuelta la historia. El enganche recién llegado, y todavía sin ritmo, tuvo un minuto de gloria, entre los 42 y 43 de la primera parte: con dos asistencias suyas y goles de Cardozo y Palacio, Boca dio vuelta el trámite que terminó de cerrar Palermo con un golazo de media cancha para el 3-1.
10 de marzo, el duelo. En la quinta fecha del Clausura, le ganó el duelo de figura nada menos que a Juan Sebastián Verón. Si bien no había arrancado bien, fabricó un jugadón que terminó con una habilitación perfecta para que Martín Palermo quedara mano a mano con Andújar y metiera el primero de los tres con los que el goleador pagó su deuda personal tras la frustración del tricampeonato.
22 de marzo, las ganas. Boca no la había pasado bien en sus partidos como visitante en la primera fase de la Copa, todos en la altura (en ninguno jugó Riquelme). Luego de una ajustada victoria en cancha de San Lorenzo ante Cienciano, recibía en Vélez al Toluca del Tolo Gallego, que con un hombre más le había pintado la cara en México. Fue un triunfo clave, bajo la lluvia. Riquelme abrió la cuenta tras un centro de Palermo y coronó su actuación con un pase de billar para que Boselli anotara el 3-0.
15 de abril, el superclásico. Aunque Boca no pudo ganar en la Bombonera (1-1), porque Carrizo hizo maravillas en el arco, Riquelme otorgó su cuota de magia antes de que concluyera el primer minuto del partido: pase gol para Ledesma y gran festejo gran en una Bombonera colmada. ¡El gol más rápido en la historia del superclásico! Pese a que el encuentro terminó 1-1, Boca fue claramente superior, con un Riquelme totalmente renovado tras su paso por Europa: líder dentro de la cancha, y también, la novedad, guapo para ponerle límites a Leonardo Ponzio, con quien tuvo una agarrada.
26 de abril, por presencia. Boca estaba obligado a vencer como local a Bolívar por más de tres goles para asegurarse un lugar en los octavos de final de la Copa y logró su cometido, con creces. Goleada histórica por 7-0 en una Bombonera que se venía abajo. Otro gran partido de Riquelme: asistencia con sutileza a Palacio en el primero de los goles, y un penal en su contra, que Palermo cambió por el segundo.
2 de mayo, la manija. Otra gran actuación de Riquelme frente a Vélez por los octavos de la Copa Libertadores. Apoyado en su juego, Boca fue dueño absoluto del partido, incluso antes de la expulsión de Sessa, por salvajismo. El enganche fue el abanderado de la decisión, de la agresividad y el juego, y abrió la cuenta con un derechazo al ángulo que no encontró respuesta en el arquero de Vélez.
9 de mayo, olímpico. Boca se confió demasiado de la ventaja lograda en la Bombonera y fue a Liniers... ¡a ver qué pasa! Vélez le dio una lección inolvidable para Boca, porque con un muy buen planteo consiguió adelantarse en el marcador 2-0. Entonces, cuando Boca sentía el agua por el cuello, de un tiro de esquina cerradísimo llegó el descuento de Riquelme (fue del enganche, aunque la pelota se desvió en Bustos). Ese gol salvó a Boca de lo que hubiera sido una eliminación bochornosa.
24 de mayo, el definidor. Luego de un sufrido empate en la Bombonera (1-1), donde Boca se encontró con un Libertad agresivo en la marca y muy ordenado, el equipo de Russo fue a Asunción con la difícil misión se conseguir su primera victoria como visitante en la Copa –un empate en cero lo dejaba afuera– y, por supuesto, el pasaje a los cuartos de final. Riquelme soportó estoico la marca pegadiza de Cáceres y, cuando los caminos parecían todos clausurados, giró en la mitad de la cancha, dejó a su estorbo atrás, y se mandó en diagonal hacía la puerta del área y desde ahí sacó un derechazo letal: abajo, inatajable.
9 de junio, de chanfle. Boca estaba en el horno después de la derrota 3-1 ante el sorprendente Cúcuta, en Colombia. Pero buscaba su quinta final de Copa Libertadores en siete años y para eso tenía que ganar por más de dos goles y cuidar que no le conviertan. El sueño comenzó a hacerse realidad con un soberbio tiro libre suyo chanfleado. La pelota pasó por afuera de la barrera y se metió en el ángulo del arco de Robinson Zapata. Palermo apareció entre la niebla para anotar de cabeza el segundo y Battaglia, tras un corner a medida de Riquelme, metió el 3-0 de cabeza.
13 de junio, genio y figura. El último miércoles, en la primera final frente a Gremio, fue la figura del encuentro. De un centro suyo nació el primero de Boca; después, en jugada de tiro libre, previo toque de Morel Rodríguez, sacó un derechazo tremendo para que Saja fuera a buscar la pelota adentro del arco. Después, con amague y enganche en la puerta del área, sacó otro remate que obligó al ex arquero de San Lorenzo a dar el rebote del que nació el centro que terminó en cabezazo de Ledesma y gol en contra de Patricio para el 3-0 final.
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