DEPORTES › ENTREVISTA CON MARCELO BRAVO
El ex jugador de Vélez debió dejar el fútbol por una cardiopatía que pudo costarle la vida, pero sueña volver.
Tristeza. Porque su carrera futbolística duró muy poco y se cortó abruptamente cuando apenas habían transcurrido poco más de dos años. Satisfacción. Porque en ese lapso consiguió una serie de logros deportivos que le posibilitaron cumplir el sueño de ayudar a su familia.
Dolor. Porque se vio reflejado al ver las muertes del jugador del Sevilla Antonio Puerta y el del Motherwell Phil O’Donell y sintió que podría haber estado él en ese lugar. Esperanza. Porque es joven y tiene fe en que la ciencia le dé un guiño y pueda volver a jugar.
Marcelo Bravo habla y mientras lo hace todas estas sensaciones se desprenden de su mensaje. El ex hombre de Vélez está a punto de cumplir 23 años y en menos de tres de carrera salió campeón en su club, ganó un Sudamericano Sub-20 y fue sparring de la Selección de Marcelo Bielsa. Debido a una cardiopatía no pudo seguir jugando y ahora es entrenador en las divisiones inferiores de Vélez, aunque todavía tiene la esperanza de que la ciencia le dé un guiño y pueda volver a las canchas.
–¿Cómo es su vida después de haber dejado el fútbol?
–Estoy trabajando en las inferiores de Vélez, con cuarta, quinta y sexta división; la idea es empezar a aprender el trabajo de entrenador. Me ayudan mucho todos los técnicos. Y el club lo mismo. Con Vélez sólo tengo palabras de agradecimiento, se portaron de diez conmigo. Desde el primer día se pusieron a disposición de mi familia para los estudios médicos, me renovaron el contrato, no me dejaron tirado. Vélez tiene esas cosas.
–En poco tiempo le tocó vivir muchas y diferentes situaciones en su etapa de futbolista.
–Sí. En lo deportivo me pasaron muchas cosas en muy poco tiempo. Jugué menos de tres años, debuté en diciembre de 2003 y a mediados de 2006 ya tuve que dejar. Fue todo rápido porque enseguida pude agarrar el ritmo de Primera y ya en 2005 Miguel Russo me dio toda la confianza y salimos campeones. Además ya había sido campeón del Sudamericano Sub-20 y había estado de sparring en la Selección de Marcelo Bielsa.
–¿Cómo fue el momento en el que se enteró que debía parar de jugar?
–Llegué un lunes al entrenamiento, habíamos goleado el día anterior 6-0 a Gimnasia y había jugado muy bien, hasta había hecho un gol. Dejé la ropa como siempre, estábamos todos contentos y de pronto viene Miguel y me dice que tenía que hablar conmigo y me llevó al de vestuario los técnicos. Ahí estaban los médicos del club y me explicaron que había unos estudios que no habían salido bien, no se sabía qué pasaba pero debía parar por precaución. Obviamente me sorprendió, un día antes había corrido como nunca y que me digan eso...
–¿Cuáles fueron las primeras sensaciones?
–Me puse mal, se me llenaron los ojos de lágrimas. No sabía qué hacer. Miguel llamó a mis viejos, los esperé que llegaran a la Villa Olímpica y les explicaron lo mismo que a mí. Después el viaje de vuelta fue terrible, no caía. Llegué a mi casa y me tiré a llorar en mi pieza. Fue muy duro. Debía esperar otros estudios pero estaba muy mal.
–Todavía estaba latente la posibilidad de poder retornar en cualquier momento.
–Sí. Después de un tiempo se hicieron estudios más complejos, primero en Córdoba, después se llevaron a Estados Unidos. No se sabía bien qué era, cuál era la enfermedad. Yo siempre pensé que había algo que estaba fallando, que no podía ser que estuviera enfermo. Pero bueno finalmente llegaron a un acuerdo los cardiólogos que era imposible que siguiera jugando porque tenía una cardiopatía que no me permitía hacer rendimiento de alta intensidad. Podía seguir con una vida tranquila pero sin hacer deportes.
–¿Pensó en seguir jugando sin medir las consecuencias?
–Sí, miles de veces. Me acuerdo que los primeros meses después de que me dijeron que tenía que dejar el fútbol, hablé con mi viejo y le dije que iba a seguir jugando igual. No me importaba lo que me pasara. Y él me seguía la cabeza a mí, como me veía tan mal me decía que me quedara tranquilo que iba a jugar, que si había que firmar algo, lo iba a firmar.
Yo quería jugar igual. Después, a medida que fueron pasando los días, hablé bien con los médicos, me explicaron lo que era la enfermedad y entendí que antes que el fútbol está la vida y más allá de lo que me dolía dejar el fútbol, tenía que seguir.
–¿Cómo logró salir?
–No salí solo, lo hice con mi familia. Me ofrecieron un montón de psicólogos, me llamó el de la Selección, el de Vélez, pero yo decidí seguir así porque estaba bien. Me costó, durante varios meses no fui el mismo Marcelo que era antes, estaba tirado, no hacía chistes, pero con el tiempo fui saliendo de a poco. Hoy ya lo tengo asumido, estoy en otras tareas. Pero por más que me digan que no puedo jugar, siempre tengo esa mínima esperanza que quizás en unos años, como es la tecnología ahora, salga algo para poder enfrentar la enfermedad y volver a jugar.
–En España murió un jugador por una patología similar y en Escocia otro. ¿Cómo vivió ese momento?
–Me impactó y me dolió mucho. No sé si es la misma enfermedad pero es algo muy parecido. Vi el reflejo de lo que me podía haber pasado a mí.
Lo primero que se me cruzó por la cabeza es que en ese momento podría haber estado yo tirado ahí y no él. Tranquilamente me pudo haber pasado primero a mí. Si hubiese seguido jugando me podría haber pasado eso.
–¿Qué fue lo mejor que le dejó el fútbol en ese corto período?
–Sin duda que el hecho de poder ayudar a mi familia. Ese era mi gran sueño. Vengo de un lugar muy humilde y hoy en día por lo menos les pude comprar una casa a mis viejos. Pasamos tiempos muy duros, cuando era chico le costaba mucho darme la plata para ir a entrenar, a veces para comer, para vivir. Era complicado porque no tenían trabajo, se vivía a veces con la plata que mis representantes me daban y más o menos nos manejábamos con eso. Yo quería llegar a Primera y darles a mis viejos todo lo que no teníamos. Mi sueño era comprarles la casa, tener mi auto y gracias a Dios se me dio, creo que lo tengo merecido por todo lo que trabajé. Esto es lo que hoy en día me duele más que otra cosa, porque quería asegurarle la vida a mi familia para siempre, pero bueno, más allá de no poder hacerlo, di todo lo que pude.
–¿Cambió mucho su vida?
–Cambió todo. Vos jugás en Primera y te llaman para hacerte reportajes, vas de un lado al otro, sos conocido. Si bien eso no me gusta mucho, la gente te conoce por la calle. Además en lo económico, yo gané mi primer partido en Vélez y cuando llegué al vestuario tenía cuatro lucas de premio. No lo podía creer. Tanta plata por 90 minutos.
–Su primer sueño era poder ayudar económicamente a su familia y lo cumplió. ¿Cuál es su sueño para el futuro?
–Y... no pierdo las esperanzas de volver a jugar. Tengo 22 años, soy joven. Quién dice que en algunos años sale algo, con todos los avances que hay, y puedo volver. Ese sería mi gran sueño. Pero bueno, está todo en manos de Dios y él sabrá lo que hace.
Entrevista: Mariano Verrina.
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