DEPORTES › OPINION
› Por Pablo Vignone
Parece que de este amor no quedan ya ni las cenizas... El presidente de la AFA, Julio Grondona, concedió este fin de semana una serie de reportajes en los que se dedicó a cachetear a un ex empleado suyo, el ahora secretario de Deportes de la provincia de Buenos Aires, Carlos Salvador Bilardo, en coincidencia con la insistencia del ex entrenador con la peregrina idea –como si la AFA no tuviera estatutos para por lo menos cubrir las formas– de que Grondona debiera dejarle el sillón de la calle Viamonte.
En La Capital de Mar del Plata, el patriarca del fútbol argentino afirmó que Bilardo “ha sido muy injusto” con sus críticas y que se siente molesto cuando lo ofenden “sin motivo”. En varias ocasiones el ex entrenador opinó que Grondona “le hizo mucho mal” al fútbol. Y el fundador de Arsenal no se lo perdona: “Me sentaría (a dialogar) con Bilardo sólo si estuviera obligado como presidente de la AFA, pero si no estoy obligado no lo hago”.
En Diario Popular fue un poco más misterioso. Luego de señalar que el título mundial en México 1986 fue “un logro exclusivo de esta gestión”, pegó asegurando que “muchos a los que les abrí las puertas me atacaron por la espalda (...) Me quisieron traicionar, pero sigo adelante porque mi gestión es un éxito rotundo y eso tiene más fuerza que la traición”. La interpretación es transparente.
El mismo domingo, Bilardo recordó, desde su puesto de funcionario, en un matutino que “Grondona ya cumplió un ciclo” y se preguntó una vez más: “¿Por qué no me deja su lugar?” El ahora funcionario, que se mantendrá todo el 2008 al comando de su programa radial La hora de Bilardo en La Red según informó Página/12 ayer, parece preocuparse más por su obsesión presidencial afista que por la violación del artículo 10 de la ley provincial 13.175, que impide a los funcionarios ejercer “profesión o empleo alguno” al mismo tiempo que su cargo.
Salvo que crea que, desde su función periodística, le vaya a suceder dentro de poco lo mismo que al periodista Román Iucht, que acaba de ser despedido de su trabajo en TV presumiblemente por presiones desde las altas esferas del fútbol argentino. Salvo que se vea identificado en otra de las declaraciones de Grondona, en referencia a “su relación actual con la prensa”, expresó al Popular: “Hay un chico –dice el presidente de la AFA– que tiene que tener cuidado porque se va a quedar sin laburo si sigue así. Ahora debe cuidarme mucho él a mí para que ello no ocurra.” ¿Capisce?
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