Con ese sello de broma medio absurda que lo caracteriza, comenzará hoy en Salta una nueva edición del Pentagonal de Verano que contará con la participación de Boca, River, Independiente, Racing y San Lorenzo. Y la pregunta, como sucede año tras año, sigue siendo ¿en qué punto beneficia a los distintos planteles esta competencia en medio de los duros ejercicios de pretemporada? Sencillamente, en nada. Pero la televisión manda, como es costumbre en el fútbol argentino, incluso a contrapelo de las necesidades.

Como están dadas las cosas, el Pentagonal de Verano adquiere algunas marcas singulares. Es un torneo poco deseado, ya que ni los cuerpos técnicos ni los jugadores profesionales lo miran con buenos ojos. A los entrenadores les marca el tempo del porvenir, a los preparadores físicos les altera el diagrama para los trabajos de base, pensados para todo el año, y a los jugadores les produce la contradicción de ser mostrados en un momento inoportuno, en el que todavía arrastran los pies sobre el césped.

Se dirá acaso que es el momento ideal para que los técnicos comiencen a delinear el equipo que encarará, con suerte, el Clausura y acaso la Copa Libertadores, pero abundan los contraejemplos. Y ni hablar de los que en medio de la puja veraniega se desangran con ventas o se retuercen con refuerzos que llegan tarde. El River de Passarella arrasó en el verano de 2007 con un brillante Belluschi que, en medio de la algarabía, fue tasado en 40 millones de dólares. Poco tuvo que ver este Belluschi con el que River vendió a fin de año al fútbol griego por poco más de 10 millones.

Será entonces el tiempo de los juveniles y de los jugadores sin chances, esos abundan en los planteles inflados de por aquí. Los pibes, duros como piedras por carga física, tendrán la oportunidad de mostrar si sirven o no en un superclásico del que pocos se acordarán en el futuro, una injusticia. O será el tiempo ideal para que, como sucederá hoy en Salta, algún DT aproveche para poner sobre el césped algún proyecto personal.

O tal vez estos partidos sirvan de parámetro para poner en marcha un mejor funcionamiento en los operativos de seguridad. Ya lo dijo el nuevo titular del Coprosede, el inspector Rubén Pérez: “No se puede especular con que en los últimos años no pasó nada grave. Tenemos que estar atentos”. En fin, sin garantías de un buen espectáculo, el único consuelo sea quizás el que al menos este año los barrabravas no burlen con gorros, pelucas y bigotes falsos la aplicación del tan mentado derecho de admisión.