Fue el más criticado cuando el sueño se frustró. Felipe McGough, el argentino con mayor llegada a Bernie Ecclestone, el patrón de la Fórmula 1, se defendió de esas críticas, pero negó culpabilidad en la frustración. “Algún error habremos cometido, porque ayer (por el domingo) no estuvimos en Bahrein –concedió–. Tomamos la mayor cantidad de recaudos posibles, pero pecamos al haber creído un poco más de lo que era la realidad. No teníamos muchas alternativas, pensando que hacía tres años que Pechito corría en la Argentina, y una vez que te bajás del tren de la F-1, volver a subirte es muy difícil.” McGough defendió a Peter Windsor, el dueño del USF1 que se sacó la foto con Cristian y Pechito en la Casa Rosada, pero fustigó a Ken Anderson como responsable de la debacle. “El proyecto les quedó demasiado grande. Nunca sentí que nos estuvieran mintiendo. ¿Ingenuos? No fuimos los únicos, la FIA también lo creyó. Una semana antes era difícil entender dónde estaba el problema. ¿Estafados? No, nos sentimos defraudados, pero no estafados.” No coincidió con él José María López, el padre de Pechito. “Más que defraudado, estoy dolido –dijo–. Esto nos desgastó mucho, pero la verdad es que nos confiamos por demás. Así como ellos (el USF1) nos exigieron muchas cosas para firmar, nosotros debimos haber hecho lo mismo”, opinó López, que la semana pasada había efectuado algunas críticas al rol desempeñado por McGough. La suerte del anticipo de 800 mil dólares depositado en la cuenta del USF1 en enero se desconoce, aunque el negociador dijo que será devuelta. “La plata que pusimos la vamos a recuperar –prometió López padre–, yo no voy a quedarme así nomás. Pero el daño moral excede con mucho lo económico. Cuando estuvimos con la Presidenta en la Casa Rosada, yo le dije que había conseguido tres cosas importantes en mi vida –contó–: levantar una fábrica con 700 empleados, venderle tractores a (Hugo) Chávez y cobrárselos y haber llevado a mi hijo a la Fórmula 1. Lamentablemente, la última se me frustró.”