En una carta abierta enviada a los socios cuando se alejó del club, el ex presidente Aguilar escribió: “River no es el peor de los mundos, aunque en este momento nadie quiera verlo, aunque esto no venda lo suficiente”. Pasó casi un año de aquella despedida en la que el cuestionado dirigente afirmaba que “no es un hecho negativo que la deuda del club sea mucho menor y manejable de acuerdo con su patrimonio”, entre otros presuntos logros de su gobierno. Hoy la realidad señala otra cosa. En los dos últimos balances dejó acumulada una deuda de 81.726.940 pesos, producida por la suma del ejercicio 2008-2009 y el período final de su gestión, que abarca septiembre-diciembre de 2009.

Aguilar enumera una serie de logros como el mantenimiento de una planta de mil trabajadores, la mayor cantidad de disciplinas deportivas concentradas en una sola asociación civil de la Argentina, el proyecto educativo que enmarca a la primera Universidad del Deporte, el museo del club, las actividades solidarias y hasta cuatro títulos locales. Todo eso también es cierto. Como lo es también que su gestión se compadeció muy poco –la connivencia con la barra brava es apenas un dato– con su discurso de pretensiones progresistas. En lenguaje futbolero: Aguilar amagó bastante seguido patear con la izquierda y terminó jugando con la derecha (recuérdense los debates sobreactuados con Mauricio Macri). Su caso debería ser una experiencia aleccionadora para el futuro.