Pocos pero ruidosos. Un grupo de casi veinte australianos se acercaron a Buenos Aires a alentar a sus jugadores. Con unas remeras amarillas especialmente diseñadas para la ocasión con la leyenda “AustraliaArgentina, Copa Davis, Buenos Aires 2002” y un estampado de un muchacho australiano bailando un tango con una chica argentina, el grupo se identificaba como “fanatics.com”. Según le contaron a Página/12, el match ante Argentina no era el único objetivo de su visita. Desde hace una semana están recorriendo el país, estuvieron en los Lagos del Sur y, una vez que finalice la serie, tienen previsto viajar a Cataratas del Iguazú y a Río de Janeiro. Por eso, a pesar de las derrotas, no abandonaron su buen humor. Incluso, cuando Andrew Ilie logró un game con el partido definido ante Gaudio , el redoblante de uno de los conductores de la banda sonó durante varios segundos, lo que provocó el aplauso del resto del público. Pero hay más: otro de los integrantes del grupo sorprendió por su rápida adaptación a las costumbres argentinas. Para animar a sus muchachos (o tal vez para protestar por la floja tarea del nacionalizado Ilie), el joven no tuvo mejor idea que utilizar un palo y una lata de gaseosa. Así inventó el cacerolazo a la australiana.