DEPORTES • SUBNOTA
El número uno del tenis mundial, el serbio Novak Djokovic, reconocido bromista, irrumpió ayer en la cancha central del Melbourne Park, donde se disputa el Abierto de Australia, apenas una hora después de clasificarse para la final, para socorrer, vestido de enfermero, al francés Henri Leconte, que jugaba un partido de veteranos. Leconte, unido a su compatriota Guy Forget, acababa de perder el primer set en el tie break ante otras dos viejas glorias, el croata Goran Ivanisevic y el australiano Pat Cash, cuando Djokovic entró en la cancha vestido de enfermero y con un estetoscopio al cuello. Djokovic, que poco antes había arrasado en su partido contra el español David Ferrer, pidió al francés que se tumbara, lo auscultó y le hizo un masaje cardíaco, antes de marcharse de la cancha bajo los aplausos y las risas del público. “Perdón por el retraso”, dijo el serbio cinco minutos después al llegar a la conferencia de prensa.
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