Mar 07.10.2014

DEPORTES • SUBNOTA  › OPINIóN

Imaginación y espontaneidad en un final de película

› Por Sergio Slipak *

Ganar un campeonato mundial es algo que llama la atención de todos. Repentinamente salen a la luz horas y horas de trabajo, de sueños, de proyectos, de desvelos, de esfuerzos y ambiciones. En el instante mágico del logro parecen fundirse y cobrar sentido años enteros en los que la esperanza nunca podía estar segura de encontrar recompensa. Trabajo con Alan desde que él tenía once años y siempre supe, como todos los que lo vimos jugar, de su gran talento. Esas condiciones naturales iban acompañadas de la pasión por el juego y de una notable actitud competitiva. Si algo podía faltarle era la disciplina del estudio en casa, aunque las clases siempre se las tomó muy en serio. Evidentemente tampoco se le puede pedir todo a un chico de once años. A medida que fue creciendo, sus propios éxitos deportivos lo obligaron a madurar tempranamente. Cuando alguien de trece o catorce años se plantea objetivos que habitualmente pertenecen al mundo de los adultos –como, por ejemplo, la obtención de títulos internacionales–, descubre que tiene que renunciar, en cierto modo, a la espontaneidad pura propia de la edad, debiendo trabajar duro para perseguir sus metas. Los grandes logros sólo llegan a través de esa mezcla de esfuerzo y talento que tan bien sintetizó Picasso al decir: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. En el ajedrez de hoy, sólo con talento no alcanza. Es necesaria una gran erudición ajedrecística para poder llegar a aquellas posiciones en donde la imaginación puede expresarse. Aquel que lo espera todo de sus condiciones naturales, a medida que va progresando, empieza a encontrar barreras infranqueables que lo detienen una y otra vez, ya que sus rivales saben más que él y pocas veces le permiten brillar en plenitud. En los últimos años, Alan logró conjugarlo todo: amor por el juego, imaginación y espontaneidad, trabajo y actitud. La última partida de este Mundial parece el final feliz de una película. Todas sus virtudes armonizan y dan lugar a la victoria que lo convierte en Campeón Mundial. Veámosla y disfrutemos de una obra maestra.

* Gran Maestro y uno de los entrenadores de Alan Pichot.

Nota madre

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux