Imaginemos que en la última jugada del partido Funes Mori no puede poner la pierna para salvar el primer remate o que al colombiano Murillo el tiro le sale un poco más bajito y la pelota termina en la red. ¿Dónde terminaría el Tata Martino si esa pelota termina en la red? ¿Qué se estaría diciendo a estas horas? ¿Que el DT no sabe hacer los cambios? ¿Que cómo no se dio cuenta de poner un defensor más en vez de a Enzo Pérez? ¿Que esta situación no se aguanta más? ¿Que hay que traer otro técnico? ¿Que los jugadores van para atrás porque no lo quieren? Algo de todo eso, porque ya se sabe que los comentarios giran como una veleta al compás de los resultados. Y una simple contingencia de juego mancha cualquier análisis.

Pero resulta que Funes Mori puso la pierna, Murillo pateó afuera, el referi dio por terminado el partido, Argentina ganó su primer partido en las Eliminatorias, salió de la incómoda posición de anteúltimo y llega, entonces, el turno de mirar el vaso y darnos cuenta que está medio lleno y que Martino se puede tomar lo más tranquilo todo el contenido de un sorbo porque por un rato ya nadie va a querer mandarlo a la hoguera. Y esto porque se ganó nada más que 1 a 0 porque si Di María metía la del primer tiempo, el palo no le daba una mano a Ospina y el línea dejaba la banderita en su lugar, como correspondía, en el gol de Dybala, ahora se estaría hablando de las grandes virtudes del entrenador, de cómo logró sobreponerse a la adversidad para armar un equipo fantástico que demostró que Messi y Agüero no son tan importantes como parecía. Así suelen ser las cosas en el camaleónico mundillo del fútbol en el que se cambia de opiniones según la ocasión.

Habrá que hacer el intento de poner las cosas en su justo punto. En los cuatro primeros partidos de este largo campeonato de 18 fechas, Argentina no está tan mal parada en la tabla de posiciones (5 puntos sobre 12) y menos en la consideración de quienes miran su rendimiento despojados de prejuicios.

El equipo de Martino, que había jugado un buen primer tiempo contra Brasil y había merecido ganar ese partido volvió a cumplir una valorable actuación contra Colombia e hizo los méritos como para obtener una diferencia más amplia. Si a eso se agrega que en el empate contra Paraguay en Asunción, se había cumplido decorosamente lo que queda como conclusión es que hasta ahora la única decepción, la única mancha fue la derrota como locales contra los ecuatorianos que no estaba en los planes de nadie. Repasemos la lógica o ilógica de los resultados. ¿Estaba en los cálculos que se podía perder de local con Ecuador? No. Pero ¿no era acaso lógico que se perdiera de visitante ante Colombia? ¿Era descabellado pensar en empate contra Paraguay afuera y Brasil adentro? O sea, Argentina está más o menos donde debe estar y con un agregado: hasta acá jugó sin su as de espadas y en los próximos partidos seguramente va a poder contar con él.

El balance de este último trato deja varios nombres propios para el elogio. Biglia, que jugó bien contra Brasil, ayer la hizo de goma (jugó, toco, plantó bandera en el medio, ordenó, puso pausas y metió un gol ¿qué más?) Di María, el mejor ante Brasil, fue importante ayer, Funes Mori y Otamendi conformaron una zaga que dio pocas ventajas (no se extrañó a Garay), Mercado cumplió en la marca, Higuaín y Lavezzi no desentonaron y el equipo en su conjunto, mostró personalidad en terrenos difíciles como son los de Asunción y de Barranquilla.

Hasta el próximo partido, que será contra Chile y en el que no va a jugar Mascherano, Martino tendrá tiempo de revisar lo hecho, mejorar el clima interno y guardar la cuerda floja sobre la que estaba obligado a caminar.

Hay que esperar confiado en lo que se viene con Martino como DT. No hay nada que cambiar.