La grandeza puede ser cuestionada cuando lo que se ofrece es menos de lo que se promete. El seleccionado argentino cuenta con jugadores de elite que se desempeñan en las mejores ligas del mundo, y se encuentran entre los más buscados por los principales conjuntos del planeta. A esos hombres le tocó enfrentar al peor equipo de Sudamérica (Venezuela), y con protagonistas que apenas pueden sostenerse en alguna entidad de escasa dimensión. Más allá de Lionel Messi, el resto posee aptitud para ubicarse en el segundo o tercer escalón de cualquier ranking de futbolistas, si lo hubiere.

Esos mismos jugadores dejaron traslucir que pueden bajar de ese podio ante la carencia de orden y claridad. Lo más factible que ocurra, cuando finalicen las Eliminatorias, es que Argentina se clasifique al Mundial de Rusia 2018, y los venezolanos volverán a verlo por televisión, con la añoranza de imaginarse en ese lugar por primera vez en su historia. Lo que continúa es saber si este grupo será capaz de responder por su propia cuenta, en circunstancias similares a la de ayer.

El ejemplo más cercano fue lo que sucedió en la última Eurocopa. Portugal se terminó consagrando por el peso específico de su plantel, cuando en el día que nadie lo esperaba, le tocó prescindir de su estrella Cristiano Ronaldo. Los portugueses poseen un campeonato competitivo, pero están lejos del resto de los europeos, y también del torneo argentino. Y sus jugadores, con la excepción de Ronaldo, no están cerca de las estrellas. Inclusive, desde ese país importan argentinos para darle prestigio a su certamen.

En ese sentido, lo que le ocurre a Argentina está relacionado con el convencimiento más que con el juego. La imagen que entregaron los que estuvieron ayer en la cancha fue precisamente de falta de ese componente, para superar la falta de su líder. Los dos últimos títulos que ganó la Selección, en 1991 y en 1993, aparecieron por un grupo que sabía sobreponerse sin contar con el emblema de esa época, Diego Maradona. La oportunidad de romper con ese estigma la tendrán dentro de dos años, nada menos.