¿Por dónde pudo canalizar la tranquilidad?

–Primero en la familia. Uno, por sobre todas las cosas es padre, antes que hombre. Segundo, la escritura me ayudó también. Conté todo eso con nombres ficticios para no comerme juicios. Ahora estoy escribiendo otro libro –el primero se llamó “Contra el Sistema”– con el tema de las apuestas en el fútbol. Me hace bien pensar las situaciones que viví. Además, tuve que recomponerme en lo económico, porque me fue bastante mal. Muchos creen que los dirigentes cobran.

–¿Cuando camina por la calle se siente seguro?

–Muy tranquilo.

–¿Terminó perdiendo o ganado por Independiente?

–Como experiencia de vida gané mucho. Yo soy otra persona. Ahora, creo que fracasé. Cuando te va mal te marca todavía más.

–Usted se endilgó ser el único responsable del descenso, ¿lo sigue sosteniendo aún hoy?

–No soy el único. El descenso son seis torneos cortos, y me hago cargo de los tres que me tocó a mí. Del resto no. Lo que pasa es que yo estaba en el momento en que se podía evitar, y desgraciadamente no pude.

–¿En esa tarea por salvarlo hizo algo que nunca se hubiera imaginado que haría?

–Sí, por ejemplo, algunos técnicos me pidieron traer a alguien que era una especie de pócima. Yo no creo en esas cosas, y terminé cediendo.

–¿El estadio nuevo fue un fraude financiero?

–Totalmente. Y lo llevé a la justicia. Hay empresas que quieren que el club les pague y no tienen contrato, certificado, nada. O peor, figuran como que el Banco Provincia, que tenía un fideicomiso anterior, les pagó y ellos dicen que no. Fue un desastre cómo se manejó, se usaron fondos de jubilaciones de la Provincia de Buenos Aires para darle ese crédito a Independiente.