Todos los equipos poseen alguna cábala, un amuleto al cual fijar la esperanza de alcanzar el éxito en una competencia. En el caso de Rocha, la suerte del equipo estuvo asociada con una vaca lechera de la raza holando-argentina, que llegó incluso a dar la vuelta olímpica con el plantel y los hinchas el día que se consagraron campeones frente a Rampla.
Cuando empezó la temporada, el plantel entrenaba en una cancha contigua a un campo donde pastaba el rumiante. Como los límites entre ambos predios no estaban del todo determinados, no era extraño ver la vaca en plena cancha antes de que se iniciara una práctica. Al principio la echaban, pero cuando el equipo inició con éxito su participación en el torneo, muchos creyeron que el animal daba suerte, y fue así como se transformó en la mascota del equipo. Festejó el campeonato y los hinchas quisieron llevarla al Centenario para que presenciara el último partido de Rocha en el torneo, que fue nada menos que ante Peñarol, aunque los directivos de la Asociación Uruguaya lo impidieron.
Pero la vaca pretende seguir alentando al equipo, y es por eso que los directivos de Rocha ya presentaron un pedido formal a la Conmebol para que el cuadrúpedo pueda asistir a los partidos de la Copa, donde sea que al equipo le toque jugar como local.