De la nada del West Ham a la gloria del Liverpool, de los extraños negocios de Kia Joraabchian con el Corinthians al primer plano del fútbol europeo: Javier Mascherano tiene en Atenas la oportunidad de vivir la noche más importante de su carrera. Y un “Jefecito” como él no querrá dejarla pasar.

Mascherano es un volante central que cada vez da más que hablar. “El seis más talentoso del mundo”, escribió recientemente el periódico alemán Frankfurter Allgemeine, mientras The Sun destacaba “el increíble recorrido de Javier Mascherano”, recorrido que su compañero Xabi Alonso sintetiza con contundencia: “Es un monstruo de jugador”.

Atenas es una ciudad que le trae muy buenos recuerdos a Mascherano. Fue allí, en el mediodía del 28 de agosto de 2004, donde se colgó la medalla de Oro de los Juegos Olímpicos. Pero lo que se juega hoy es la final de la Champions League ante el Milan, el día y la noche si se lo compara con aquel débil certamen olímpico.

Ex jugador de River, salido de Renato Cesarini y campeón en Brasil con el Corinthians, Mascherano llamó la atención en julio de 2003 por algo bastante inusual: debutó en la Selección Argentina antes que en River, donde recién jugaría un mes después.

De piernas fuertes y cortas, inagotable a la hora de luchar por la pelota e inteligente para tapar los caminos al adversario, Mascherano es el “nuevo Makelele” para el español Rafael Benítez, su entrenador en Liverpool. Hace medio año era sólo Javier Mascherano, un argentino poco conocido para los ingleses que miraba desde el banco del West Ham cómo pasaba el tiempo y no llegaba su oportunidad. Jugó sólo siete partidos y ninguno en su posición real. Había llegado el 30 de agosto de 2006 al fútbol europeo, por fin, pero de la peor manera posible: a un equipo golpeado y con un extraño contrato que luego complicaría su carrera.

“Estaba ahí, sin hacer nada, sin saber adónde ir. Me deprimí bastante”, confesó el argentino, que vibra sabiendo lo que le espera: “Es el partido más importante con el que se pueda soñar”.

Benítez, siempre atento a las oportunidades, visitó al deprimido Mascherano en su departamento londinense. Y el Liverpool se lo llevó a préstamo por media temporada por sólo tres millones de dólares y con opción de compra. Pero era ya el tercer equipo de Mascherano en la temporada y el jugador debió esperar una excepción de la FIFA, que sólo permite dos. Esa excepción llegó a fines de enero, aunque Mascherano recién pudo debutar el 24 de febrero.

Fanático de ver partidos por televisión y analizar la táctica de los entrenadores, así como las virtudes y defectos de los jugadores, su misión principal de hoy debería ser neutralizar a Kaká. Si lo logra y el Liverpool suma otro título en la Champions, junto al tradicional you’ll never walk alone, la hinchada roja podrá cantar a sus rivales algo que la de River gritó con pasión cuando el “Jefecito” ya era grande: “¡Traigan 11 Mascheranos//si quieren ganar la Copa!”.