DIALOGOS › MARIO SECCO, EL INTENDENTE PROGRESISTA DE ENSENADA QUE FUE REELECTO CON MáS DEL 70 POR CIENTO DE LOS VOTOS
De origen gremial, le ganó por primera vez en 60 años al PJ. Cuando asumió reestatizó los servicios y ya desendeudó la comuna. Es el distrito que más centros de salud tiene por habitante. Sigue viviendo en Piria, un barrio obrero, y maneja su vieja F-100.
› Por Gustavo Veiga
–A usted lo han tildado de zurdo, revolucionario y también de kirchnerista, pese a su origen radical. ¿Desde qué lugar milita en la política?
–Yo me considero un revolucionario de pensamiento y no le tengo miedo a la acción. En los años ’90 fui uno de los que organizaron la marcha federal, el argentinazo y también hice cortes de ruta. Está muy claro que los últimos “ensenadazos” pasaron por mis manos. Por eso, el movimiento obrero reivindica que no fui un traidor. Me considero un luchador, una persona que levantó a un pueblo con sus pensamientos revolucionarios. Si después me quieren decir comunista, que digan lo que quieran, a mí no me molesta.
–Con el frente que lidera le ganó por primera vez en muchos años al peronismo de Ensenada.
–Después de sesenta años, más o menos. Hasta los militares eran peronistas en el distrito. En Ensenada hay mucho movimiento obrero. Es la segunda ciudad industrial que más aporta al PBI nacional. Después de San Nicolás viene Ensenada. Aquí la clase trabajadora tiene su historia. Y le cuento que es un poco la cuna de los desaparecidos, porque al haber tantos obreros, los militares se encarnizaron. Y de hecho, desaparecieron muchos delegados de las fábricas.
–En varias entrevistas confesó que no había votado a Néstor Kirchner, pero dijo que tenían muchas afinidades. ¿Cómo se explica?
–Nosotros, como frente distrital de esta ciudad, fuimos en 2003 contra del candidato que apoyaba el ex presidente. Y también el ex gobernador Felipe Solá jugaba con el oficialismo del ex intendente Adalberto Del Negro. Y les ganamos por más de diez puntos. Pero resultó que teníamos iguales convicciones: un mismo sentimiento nacional, reivindicamos la memoria de nuestros compañeros que ya no están...
–¿Cómo armó su frente para ganarle al PJ de Ensenada dos veces?
–Mire, yo no vengo de la militancia política y sí de la gremial. Ante el saqueo que nos dejaron en este municipio, todo el movimiento obrero se juntó y otros, como la Cámara de Comercio o la Iglesia, también acompañaron. Los evangelistas rezan todos los domingos por mí para que las cosas salgan bien. Y hasta los radicales que nos apoyan fueron intervenidos, como a los del ARI los echaron del partido por quedarse con nosotros. También es muy fuerte que la gente de izquierda juegue en el frente que armamos. Esto, comparado con la transversalidad de la que tanto se habla, es mucho más.
–Pese a que su frente es tan amplio, también debe tener límites. ¿Cuál es su límite?
–Nosotros con algunos actores no tenemos nada que ver. Con los que hicieron el saqueo no nos juntamos. Por eso no queremos la sigla del PJ, porque el PJ en Ensenada es símbolo de saqueo, de inmundicia, de un montón de barbaridades que vivió este pueblo y no las quiere repetir. Y no hay nada en común con la derecha reaccionaria, con el capitalismo salvaje. Tenemos quince concejales, entre los cuales hay socialistas, comunistas, peronistas, radicales, del ARI, de los municipales, de la UOM, de ATE, de los docentes. En un Concejo que se compone de dieciocho miembros, quince son nuestros. Fuimos reelectos por el 70 por ciento de los votos.
–¿Cuánto lo ayudó haber sido trabajador municipal durante casi veinticinco años para gobernar Ensenada?
–Todo pasa por ahí. Yo fui formado para creer en el Estado y en que puede transformar la realidad. Es importante entender qué hermoso resulta cuando el Estado hace todo mejor que las empresas privadas. Nosotros hemos batido el record de recaudar tres veces más de lo que recaudaba una compañía privada. Y el pueblo nos acompaña por las decisiones políticas que tomamos.
–¿Cómo estaba el municipio cuando ustedes lo tomaron?
–Acá agarramos un municipio quebrado, endeudado en dos presupuestos y medio anuales. Calcule que el nuestro es de unos 40 millones. Pero ya pagamos dos presupuestos en una gestión y nos queda medio en la actual. Ya terminamos de desendeudar la comuna. Hemos batido todos los record en la historia de Ensenada. Fuimos premiados a nivel nacional como el municipio más relevante en programas de salud. Para darle una idea, éste es el distrito que más centros de salud tiene en el país por habitante.
–Usted estatizó de nuevo los servicios, ¿qué balance hace de esa decisión?
–Cuando tomamos el municipio había 800 y pico de trabajadores; hoy son 900. Ha crecido muy poquito el nivel de incorporaciones, pero está claro que cuando nosotros decidimos municipalizar los servicios, teníamos la recaudación privatizada, el alumbrado público, las emergencias médicas, el barrido de las calles, la recolección de residuos, el tránsito, todo privatizado. La limpieza de las rutas, la poda... Había 40 y pico de unidades móviles y hoy tenemos 120 puestas en la calle. Cuando asumimos eran apenas 2. Ahora, la flota de camiones, entre los habituales y los no habituales, cuenta con unos 35. Estamos haciendo una inversión histórica en luminarias. Agarramos barrios enteros y cambiamos todo.
–Suele pasar que en política una mano lava la otra. ¿Usted presentó denuncias en la Justicia contra las anteriores autoridades de Ensenada?
–Hice seis denuncias penales. Y en dos, Del Negro está procesado. Estamos esperando que la Justicia determine el llamado a juicio oral y público en el cual voy a estar sentado en la primera fila porque soy el denunciante. Así lo hice porque deben pagar por el daño que hicieron. De todos los millones que hemos pagado en Ensenada se tienen que hacer cargo. Fue una barbarie total.
–¿Quiere decir que padeció su trabajo durante los cinco años que lleva en el cargo?
–Acá hay dos maneras de ser intendente: una es divertirse, disfrutar de la gestión, y otra es padecerla. Yo elegí padecerla porque cuando uno toma este camino, es mayor la responsabilidad. La gente le pide más y uno se exige más. Soy un apasionado de esto. Arrancamos a las 7 de la mañana, a las 8 comienzo con las audiencias, y son las doce de la noche y sigo trabajando. He abandonado hasta mi familia para demostrar que tenemos capacidad de reacción los que venimos de la militancia, y que dijimos toda la vida que se podía cambiar la historia, y de hecho lo hacemos. Está muy claro que antes, la ventana (señala la que tiene a sus espaldas, con la persiana levantada, que da la vereda), no podía estar abierta. Porque llovían piedrazos de todos lados. Hoy atiendo más por la ventana que en las audiencias. Estoy recibiendo a 80 personas por día. Y no puedo atender a todos, se me hace difícil.
–¿Ha surgido una nueva camada de intendentes que tiene su mismo pensamiento sobre la cosa pública?
–Con los intendentes nuevos se formó un gran grupo, integramos el consorcio regional y en muchas cosas pensamos igual. A mí no me molesta que me digan que soy un obrero o que soy un cabecita o algo por el estilo. Ojalá que los cabecitas gobernaran e hicieran la transformación que estamos haciendo nosotros. Si yo lo llevara a dar una vuelta por la ciudad usted se cae de espaldas. Hicimos obras que eran insoñables. Como recuperar la estación del ferrocarril, cincuenta años abandonada, saqueada, intrusada. Hoy es un centro cultural donde se hacen un montón de actividades.
–¿A qué intendentes se refería?
–A los de mi zona, que son Pablo Bruera, Quique Slezak... De hecho, en el consorcio Capital hay dos del PJ, dos del Frente para la Victoria y dos radicales. Por encima de las banderías políticas estamos haciendo la política regional que uno solo no puede hacer. Después, si estamos en la vereda de enfrente es otra cuestión. Pero nosotros tenemos muchas cosas en común. Y toma una fuerza muy grande hacerlo entre seis intendentes. En la tercera sección electoral hubo cambios muy importantes. Por ejemplo, un amigo mío es intendente de Quilmes, el Barba Gutiérrez. Una buena persona. Aníbal Regueiro volvió a ganar solo, Daniel Di Sabatino le ganó a Arcuri en San Vicente, Darío Giustozzi a Villaverde en Almirante Brown y Darío Pérez a Quindimil en Lanús. Hay un grupo de intendentes muy bueno.
–¿Puede ser que el más cercano a usted por el tipo de gestión que realiza sea Martín Sabbatella?
–Sabbatella es un intendente muy capaz, lo veo con todas las pilas, le gusta gestionar. Uno se da cuenta cuando a otro le gusta gestionar porque a poco de hablar eso salta. Como cuando usted se junta con un periodista y se da cuenta el nivel de compromiso que tiene. A mí no me pongan del lado de los traidores ni con los guachos. A mí póngame al lado de los que gestionan, de los que tienen pasión por cambiar la historia de la ciudad y muy claro hacia qué ciudad vamos.
–¿Hacia qué ciudad van?
–Nosotros tenemos un proyecto de 180 días sobre el uso del suelo, del territorio, donde vamos a cambiar y ordenar lo que tenemos ocupado. ¿Por qué? Porque nunca estuvo planificada la ciudad. No sólo vamos a hacer jugar el departamento de Planeamiento de la municipalidad. Hemos contratado a técnicos prestigiosos internacionalmente que aceptaron venir a trabajar a Ensenada en este proyecto de ordenamiento de los 180 días. A ver... Nosotros cerramos que Petrobras se radique en Ensenada. Ya compró las tierras, ha presentado su proyecto, acordamos todas las partes técnicas, desde la primera etapa, en que van a gastar 78 millones de dólares, y harán su fabrica de lubricantes acá. Es una planta verde. Pero lo primero que dijeron cuando traje a Petrobras fue: “¡Uy! Trae otra destilería más para contaminar”.
–En este distrito, como en Berisso y La Plata, conviven con la dicotomía entre estos proyectos que generan mano de obra y la destrucción del medio ambiente. ¿Cómo se resuelve una cuestión así?
–Estas empresas no hacen dulce de leche. Todos lo sabemos. La destilería de YPF ha cambiado muchísimo, De aquella que contaminaba los canales, a ésta que no tira más cosas y que recupera hasta su propia agua, hay mucha diferencia. O sea, hay un retroceso de la contaminación. Lo avalan las estadísticas. Esto comenzó a mejorar después de los ’90. La industria empezó a tener seriedad y nosotros a castigar de una manera distinta, más fuerte. Queremos hacerles pagar los costos a aquellos que contaminaron y de hecho, todas las empresas está siendo observadas continuamente para que mejoren. Pero ojo, yo digo: creo que no hay contaminación más grande que el hambre. Y nosotros queremos terminar con la desocupación, que es una de las contaminaciones más grandes que tenemos.
–¿Cuáles son los índices de desocupación en Ensenada?
–Para que se dé una idea, si mañana alambráramos el distrito, todos los hombres de esta ciudad no alcanzarían a cubrir la necesidad de mano de obra que tenemos. Ensenada le da de comer a Berisso, La Plata, Quilmes, Brandsen. Mucha gente de la región viene a trabajar acá.
–Van a creer que se agrandó...
–No, por favor. Esta es una ciudad industrial muy fuerte.
–Usted reivindica su origen humilde. En las entrevistas siempre cuenta que levantó su casa con sus propias manos. ¿Sigue viviendo en la villa?
–Sí, en el barrio Piria, que en su tiempo fue un asentamiento y hoy, vamos a decir, es humilde, pero dejó de ser una villa, donde hemos tenido la posibilidad de arreglar muchas casas. De este lado están Villa Rubencito, El Zanjón, El Molino, que son los barrios más pobres de la localidad donde vivo, en Punta Lara. Yo nací ahí y sigo viviendo ahí. Hay mucha gente del barrio que vive prácticamente en mi casa. Tengo un club como de 360 chicos, prácticamente en el galpón de casa. Ellos están todos los días. Vivir en un barrio humilde y sin custodia es muy fuerte. Sin custodia y sin chofer.
–¿Maneja su propio auto sin custodia?
–Sí, es el auto oficial de la municipalidad, un Mégane. Después yo tengo camioneta: una Ford F-100. Es importante caminar solo por la calle. El otro día me hacían un reportaje en un programa de Ensenada y mucha gente decía que tenía miedo de que ande solo a la madrugada. Yo he enfrentado a la mafia de la droga, a la mafia del patoterismo sindical, terminé con un PJ que era una mafia organizada también. Le volteé cuarenta ñoquis al Consejo Deliberante, que eran punteros...
–Habla con cierta misticismo, como si fuera el producto de ideales muy firmes, combinados con una fuerte fe religiosa...
–Primero, le digo que me crié adentro de una iglesia. Soy muy creyente. Pero también entre trabajadores. Tengo convicciones muy fuertes. Soy un idealista. Le doy para adelante como un torito y esto sirvió mucho para que mis compañeros en la gestión tomaran el coraje necesario para enfrentar a esos grupos. Si yo no estoy algún día, habrá muchos compañeros que garantizarán el proyecto, que están preparándose para eso, y es muy saludable que así sea.
–Otro de los problemas sobre los que suele pronunciarse con énfasis es el consumo de drogas. ¿Cuál es su visión del tema?
–Le cuento una anécdota. En el golpe más fuerte que dimos se terminaron incautando 140 kilos de cocaína. La investigación empezó con una cartita que me llegó por esta ventana (la señala dándose vuelta en su escritorio). Una mujer vino, golpeó el vidrio y me dijo: “Secco, confío en lo que sos vos, prometiste luchar contra la droga y enfrente de mi casa venden”. Ahí empezamos a trabajar con la policía que está comprometida y descubrimos que era verdad lo que decía la mujer. Mientras la policía actuaba rápidamente, saltó que en City Bell y Villa Elisa había otra cantidad. Y descubrieron que en la ciudad de Mercedes también. Pero el detonante para reventar en la provincia 140 kilos de droga pura fue por una cartita de una mujer que tendría aproximadamente 65 años. Hoy todavía hay cinco personas presas. La droga es capaz de matar, de terminar con un hijo suyo, con usted, con una madre. Un pibe drogado puede hacer cualquier cosa. Y los que vivimos en barrios como el mío lo sabemos. El paco les quema la cabeza. Y los pone muy locos y los pibes enseguida quieren tener revólver, se vuelven pistoleros.
–A medida que avanzó con su política y las denuncias que hizo, ¿se ganó muchos enemigos?
–Sí, hay gente que me odia. Muchos que practicaban clientelismo y negociados sucios, que arreglaban todo por debajo de la mesa. Por eso no tuve ningún problema en estatizar todo y hacerlo con los trabajadores, que me acompañaron fuertemente en este proyecto y han puesto todo lo que tenían que poner. Hemos sido capaces de cambiar la historia. El secretario de Hacienda, el tesorero, el contador, el jefe de compras, son todos trabajadores de carrera municipal. La plata la cuidan ellos. Los acuerdos políticos se pueden hacer con cualquiera, pero la plata la cuidan los trabajadores.
–Usted está enojado con varios intendentes porque siguen arrojando basura en Ensenada. ¿Es cierto que trató de cómicos a los concejales de La Plata que se preocupaban por el partido de Brandsen y nunca habían hecho nada por su ciudad?
–También dije que los intendentes me habían dejado solo. Es muy poco serio hacer eso contra un colega, votar una ordenanza en tu distrito y después tirarle la basura al vecino. Yo tengo mucha palabra y quiero cumplir con las cosas que prometí. Por ejemplo, terminar con la Ceamse. Está en la localidad de Punta Lara, prácticamente a un kilómetro de la localidad turística. Queremos cerrarlo antes de fin de año. La de la Ceamse fue una ley de la dictadura militar que condenó a Ensenada a tenerla durante 30 años.
–¿En qué quedó el proyecto del puente Punta Lara-Colonia?
–Tiene media votación en el senado de Uruguay, aunque Tabaré no tiene intenciones de hacerlo. Y el Gobierno nacional tampoco. Hay una fuerte pulseada de los legisladores del norte porque esto terminaría con todos los puentes internacionales de la zona de Entre Ríos para arriba, por ejemplo. Los mataría. Imagínese una vía del sur, a través de Ensenada, y que todo Buenos Aires salga por acá hacia el corazón de Brasil. Se ganaría un día de viaje, un día de combustible, un día de trabajo. Son 48 kilómetros. Y en el puente no pondrían plata ni el estado uruguayo ni el argentino. Lo pagaría cualquier empresa internacional a la que le den la concesión.
–Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, ha visitado en un par de oportunidades Ensenada. ¿Qué tipo de acuerdos existen con su gobierno?
–Antes que nada tenemos muchas coincidencias políticas. Compartimos la idea de generar mano de obra, y ya empezó a construirse el Eva Perón, que es el primero de los dos barcos que bautizó Chávez cuando vino a Ensenada. Tomó el compromiso de hacer los barcos en el primer viaje y en el segundo estuvo en el astillero, y firmó los convenios. Es la primera vez que el astillero Río Santiago va a construir buques de doble casco. Todos los trabajadores están chochos con la experiencia por la fabricación de un doble barco. El precio ronda los 45 millones de dólares por cada uno en mano de obra. Nosotros trajimos este proyecto cuando Néstor (por Kirchner) vino acá y me dijo: “Mario, ponete las pilas porque vamos a construir barcos”. Muchos se me rieron, dijeron: “Mirá qué loco”, y cuando lo vieron a Chávez en Ensenada cambiaron la cara. Después se firmó el convenio de los dos barcos, con opción a dos más, y ni le cuento.
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