Lun 04.07.2011

DIALOGOS  › LILIANA PIñEIRO, DIRECTORA DE LA CASA DEL BICENTENARIO

“Proponemos un abordaje diferente para reflexionar sobre nuestra identidad”

La Casa del Bicentenario es un espacio cultural que propone pensar la identidad argentina a través de muestras y exhibiciones. Su directora explica la propuesta, detalla las actividades en marcha y las que ya se hicieron y fundamenta los criterios de trabajo: “Elegimos un tema que va a ser recorrido a lo largo de 200 años, pero no de una manera extensiva o cronológica. Vamos poniendo acentos. Buscamos la participación del visitante”, señala.

› Por Natalia Aruguete

–¿Desde qué perspectiva miran la historia argentina cuando arman las muestras?

–La Casa Nacional del Bicentenario es un nuevo espacio de la Secretaría de Cultura de la Nación que se abre como parte de la conmemoración del Bicentenario. El marco de esta conmemoración fue la oportunidad para abrir un nuevo espacio cultural en Buenos Aires, donde hace mucho tiempo que no se abren espacios culturales del Estado. La Casa tiene como misión reflexionar sobre nuestra identidad, y nos proponemos lograrlo a través de exhibiciones y actividades complementarias, que pueden ser académicas, de reflexión u otras actividades culturales, y un programa educativo que nos permita mediar entre la exhibición y los visitantes, tanto niños como adultos. Esas son las cuatro patas de nuestro proyecto.

–¿Cómo define la identidad nacional que exponen?

–Cuando pensamos en hablar de nuestra identidad nos preguntamos quiénes somos, de dónde venimos. Lo rastreamos, lo ponemos a la luz, recordamos a cierta gente. Es tomarse el tiempo para recordar. Pero no desde la nostalgia, no es mirar para atrás y lamentar o añorar, sino muy parados en el hoy mirando hacia el futuro. La Casa nace con esa idea de contenidos y, teniendo la posibilidad de abrirse en el siglo XXI con tecnología y con nuevos medios, miramos para atrás desde el presente pensando el futuro.

–¿Cómo problematizan ese recorrido por la identidad nacional pensando en el futuro?

–Elegimos un tema que va a ser recorrido a lo largo de 200 años, pero no de una manera extensiva o cronológica. Vamos poniendo acentos. Buscamos la participación del visitante. Nos proponemos que el visitante sea activo, que más allá de la información que tenga, interactúe y se sienta interpelado por una imagen, un objeto o un texto. Esa es la manera. Lo que estamos buscando es interpelación. Damos pistas, nada está totalmente enunciado. Hay situaciones participativas. A mí me encantó lo que dijo el secretario de Cultura el día que inauguramos: “La Casa es como un libro para caminar por dentro”. Buscamos que uno se sienta parte, que se involucre, empezando por la forma que tiene la planta baja, que es un hexágono que te envuelve para ver la historia. Eso fue pensado a propósito, para que uno se pare allí y sienta que eso lo envuelve. Significa ser parte de la arquitectura, del espacio, de la historia. Es un desafío porque no quiere decir que todo el mundo vaya a sentir eso, pero tratamos de estimular al visitante con audios, imágenes, textos. Se trata de distintos estímulos para que la información llegue desde diversas fuentes.

–¿Quiénes participaron en el diseño de la Casa?

–A mí me convocó el anterior secretario de Cultura, con él fue un ir y venir de lo que iba a ser la Casa. Luego vivimos la experiencia de la primera muestra. Con él consensuamos cómo contar la historia. Yo venía del Centro Cultural Recoleta, entonces para mí era muy importante incorporar el arte contemporáneo, por ejemplo. Y contar con toda esta tecnología era una gran oportunidad. Con la Universidad de Tres de Febrero trabajamos conjuntamente el diseño tecnológico. Se hizo un proyecto tecnológico muy contemporáneo, que nos ha dado algunos dolores de cabeza de tan contemporáneo y moderno (risas). Desde allí se trabajó lo audiovisual, la inclusión del arte fue una propuesta mía, porque me interesaba el abordaje de un tema desde distintos puntos de vista.

–¿Y con el actual secretario, Jorge Coscia, cómo ha sido la relación?

–El me confirmó y reconfirmó el proyecto tal cual estaba. Al segundo día de asumir vino a la Casa, todavía no la habíamos abierto y estábamos trabajando con la exposición Mujeres. Y él propuso la muestra Economía y Política, que actualmente está en exposición. Así que no bien inauguramos la Casa, empezamos a trabajar en ese tema. Creo que ya es la marca de la Casa el tipo de abordaje que hacemos de los temas en las exhibiciones. También eso fue algo pensado.

–¿Cómo lo pensaron?

–Esta casa tiene 3800 metros cuadrados. Si tocáramos temas que tienen que ver con la historia, que en general tienen muchos datos, uno viene, la recorre, no pasa al segundo piso y se va. En cambio, el formato que proponemos permite el cruce de disciplinas, un abordaje diferente. Es un plus que para mí tiene la inclusión del arte contemporáneo. Mucha gente no entra a un lugar porque dice: “Esto a mí no me dice nada”. Acá las obras están intercaladas en un relato donde difícilmente las personas no entiendan. Y a la vez, tratamos de promover a los artistas, algo que también tiene que ver con nuestra identidad. Tenemos una instalación del ferrocarril que hizo un artista preocupado por el tema y trabaja con el Museo Ferroviario. El produce obras, hace fotografía; fue muy fácil incorporarlo.

–¿Cómo fue la experiencia de la primera muestra?

–Primero, fue la experiencia de abrir un lugar. Eso ya es una experiencia. En lo personal fue más que rica y para los que se fueron sumando, creo que también lo fue. Era la posibilidad de trabajar con un proyecto desde el diseño, la marca, la folletería y la página, para poder abrir la institución. Esto era una obra que estaba a medio construir, y a la vez que terminó de acordar el programa de actividades, se fue modificando un poco la arquitectura de la Casa, para ajustarla a lo que íbamos a hacer.

–¿Y cómo se dio la primera muestra en esta composición de experiencias de inicio?

–La primera muestra fue muy vertiginosa porque estábamos en ese proceso. En paralelo, estábamos armando otra muestra y tratando de poner en escena lo que en un momento habíamos pensado, es decir, que toda la casa sea como una gran instalación. Yo tenía en mi cabeza un modelo “Pompidou” y modelos bienales. Armamos un equipo de asesoras, participaron Dora Barrancos, Mirta Lobato y Laura Malosetti; trabajamos cerca de un año. Lo más complejo y lo más rico es definir bien qué se va a decir. Eso viene en un texto, luego hay que traducir eso a un guión visual, audiovisual y espacial. La Casa tiene la particularidad de que nosotros producimos todos los contenidos. Esta no es una Casa que presta paredes, viene una muestra y llena las paredes. Sino que nos involucramos en los proyectos en un ciento por ciento.

–Es decir que hay un eje que atraviesa todas las muestras.

–Totalmente. Ese involucrarse tiene que ver con lograr una especificidad de aquello que armamos. A mí me parece que una institución no tiene que ceder paredes, tiene que definir el perfil de lo que va a suceder y convocar a las personas que cree adecuadas para llevar adelante ese trabajo. Aquí hay un staff permanente y luego vamos invitando a escritores, curadores. Allí se abre el juego, en cada muestra hay un equipo diferente y nosotros estamos produciendo lo que se exhibe.

–¿Cuál fue el objetivo de hacer una muestra que se llamó Muchas voces, una historia?

–La idea surgió cuando estábamos armando el proyecto general. Mujeres iba a estar del 1º al 4º piso y abajo era como un hall de entrada, librería. En un momento dije: “Acá tiene que haber una muestra histórica que permita al visitante ponerse en contexto para predisponerse a ver lo que va a ver”. Entonces surgió lo de hacer una instalación audiovisual. En ese caso trabajamos con Fernando De Voto como asesor y Alejandro Díaz Vélez como realizador –luego se sumaron otros–, y la idea fue poner al visitante en contexto. El mensaje fue: “Esto no es un lugar de arte contemporáneo ni de historia, tiene sus particularidades”, y así recorrer la historia.

–¿Qué se proponían contarle al espectador desde esta muestra?

–Muchas voces... surgió para contar la historia desde las voces de los protagonistas de la historia. Lo que se hizo fue un trabajo de curaduría y selección de textos, citas de personas de la historia que fueron contando ese relato, así como imágenes y música de cada época que van acompañando. Aprovechamos el espacio para mostrar otro audiovisual de la muestra Economía y Política, que recorre la historia desde la economía o desde los momentos de violencia que vivimos en este país; muchos de ellos, buscando instaurar un modelo económico.

–¿Por qué llamarlo Economía y Política?

–Cuando Jorge Coscia propuso esta muestra, dijo: “Me gustaría hacer una muestra desde los modelos económicos”, en relación con la lucha que hubo desde hace 200 años y que tiene tanta vigencia hoy. Nosotros hablábamos de modelos económicos, modelos de país, era algo interno que teníamos. Cuando avanzábamos en ese camino, vimos que todo el tiempo estábamos hablando de la economía y la política. Hubo momentos en los que la economía estaba por encima de las opciones políticas y, en cambio, en otros se podía decir lo contrario. La muestra habla de la economía y la política, porque no podemos disociarlas y hablar de dos modelos. Ese terminó siendo casi el título de una intervención sonora que llamamos Dos visiones de país, donde construimos un diálogo con citas de personas de distintas épocas de esos dos modelos, que han estado siempre a lo largo de la historia.

–En la muestra Muchas voces..., usted menciona a los protagonistas, en cambio, en Mujeres no se convocó a las protagonistas.

–En la muestra Mujeres no queríamos hacer una muestra de género sino abordar a las mujeres desde lo anónimo, no una muestra de heroínas, no un homenaje a mujeres. Nos interesaba más hablar de movimientos, de una mujer que emergía como la voz cantante de una situación. Aunque hoy en día las mujeres estamos en otra posición, en general la historia ha sido contada por y desde los hombres, hablando del rol de los hombres. Nos metimos con las mujeres anónimas que hoy luchan contra el paco o contra el glifosato. La idea era mostrar a la mujer desde su particularidad como mujer, como madre. Incluso, en las épocas en que se creía que las mujeres sólo estaban en su casa cosiendo y bordando, estaba Mariquita tratando de movilizar temas que tenían que ver con la política, de echar a la luz algunas cuestiones de las que habitualmente no se habla demasiado.

–¿Cómo define el actual contexto sociopolítico para llevar adelante un proyecto de estas características?

–Yo estoy convencida de que es un buen momento. Lo puedo decir ahora que la gente viene, al público le interesa. Desde que abrimos la casa vinieron unas 100.000 personas. En la muestra Economía y Política vienen más varones jóvenes y de mediana edad, por el tema. Creo que a la gente le interesa la historia y creo que tiene que ver con el momento que estamos pasando, donde se habla de historia, de economía, de política. Estamos volviendo a emerger desde hace unos años.

–¿Cómo trabajaron el diseño de la muestra en este caso?

–Yo tenía la certeza de que había que trabajar más con el diseño del montaje y con los dispositivos. Allí había que subir la apuesta porque el tema era mucho más árido. Esta muestra tiene muchas más instalaciones concebidas por nosotros, hechas por artistas.

–¿Qué propuesta tienen con los más chicos y con las escuelas?

–Siempre fue una preocupación –y una ocupación– hacer un trabajo educativo para adultos, pero sobre todo para chicos. Entonces se diseñó un programa que tiene mucho que ver con el juego, los guías son actores, están coordinados por una educadora que trabaja mucho con títeres y con teatro. Se buscan algunas zonas donde los chicos van a trabajar a través del juego, la idea es crearles una cierta vivencia, no importa demasiado que recuerden fechas, nombres y apellidos. Pero sí que tengan un concepto y que lo experimenten ellos. El año pasado funcionó muy bien. Este año ya está diseñado y empezó hace algunos días un nuevo programa para chicos. Vienen en promedio cuatro colegios por día. Tenemos un acuerdo con la Dirección de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, a cargo de Mario Oporto, y ellos nos dan logística y transporte para traer a los chicos hasta acá y nosotros organizamos las visitas. El año pasado vinieron alrededor de tres mil alumnos con este programa.

–En el terreno académico, ¿qué actividades específicas están implementando?

–Hemos comenzado una maestría, en alianza con la Universidad de Buenos Aires, con la cátedra que dirige Mario Rapoport. Estamos dando una maestría los sábados y un curso abierto durante tres meses que se llama “Historia económica de la Argentina de 1810 hasta hoy”.

–¿De qué idea de museo se partió a la hora de pensar en este proyecto?

–Esto no es un museo, se diferencia de esa idea. Si puedo reponer alguna influencia en mí es la de aquellas mega-muestras del Pompidou, recuerdo una de Hitchcock que vi hace años, donde se mezclaba todo y me parecía de una riqueza increíble. Nosotros empezamos tratando de dinamizar la casa, la idea es que sea una casa viva, que no inhiba a la gente a entrar. La gente se para en la puerta y no sabe si es privado o público, si tiene que pagar o no. Una vez que logró traspasar la puerta, la gente vuelve. Los programas educativos no sólo tienen que ver con trabajar con los chicos, sino que también han venido muchos padres traídos por sus hijos; eso es una experiencia importante.

–¿En qué etapa está el proyecto a nivel nacional?

–Las muestras son itinerantes, ya empezamos la itinerancia de la muestra Mujeres en un formato que se adapta al lugar que recibe la exposición, que ya fue a Formosa, a principios de julio va a Chaco, a un nuevo centro cultural que se inauguró hace poco, luego irá a Mendoza, a Tucumán y a La Plata. La idea es que la muestra Economía y Política comience a itinerar también.

–Las Casas del Bicentenario que existen en otras ciudades, ¿están relacionadas con ésta?

–Esas Casas son un proyecto de la Secretaría de Cultura y el Ministerio de Trabajo. No están vinculadas estrictamente con nosotros. Nosotros estamos hermanados con la Casa del Bicentenario de la Villa 21. Allí sí hay una voluntad del secretario de Cultura de que estas dos Casas trabajen para hacer proyectos conjuntos. Las otras Casas funcionan trabajando con la zona de cada región. Eso no quita que si nos piden exhibiciones obviamente tratemos de llevarlas. La relación con el resto del país es que las muestras vayan viajando. Y cuando el lugar lo permita, así como acá hay obras de artistas de Capital Federal, queremos sumar la producción de artistas locales a las muestras.

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