Lun 19.02.2007

DIALOGOS  › GORE VIDAL, ESCRITOR ESTADOUNIDENSE Y CRITICO DE SU PAIS

“Nos convertimos en una república bananera”

Escritor comprometido, implacable crítico del gobierno de George Bush, Gore Vidal vive desenmascarando lo que él llama la hipocresía del poder. Y lo hace sin medias tintas. Acaba de visitar Cuba y allí lo entrevistó el periódico Juventud Rebelde. Aquí, el resultado de ese jugoso diálogo.

› Por Rosa Miriam Elizalde *

–Usted culpa a Harry Truman de convertir a Estados Unidos en el país totalitario que es hoy, opinión que no parecen compartir muchos estadounidenses. George W. Bush acaba de decir, por ejemplo, que el hombre que lanzó las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki fue un buen presidente.

–Recuerde algo: la mayoría de los estadounidenses no tiene información sobre historia, geografía, religión y lo que pasa en el mundo. Roosevelt hizo todos los arreglos para que pudiéramos arrancarles las colonias a Francia, Holanda y Portugal, después de la Segunda Guerra Mundial. Los estadounidenses todavía no se han enterado de esto. Lo que saben de Truman es que era un hombre pequeñito y bonachón, que tocaba el piano. Detrás de él estaba un príncipe Maetternich, el secretario de Estado Dean Acheson, abogado internacional que sabía de todo. Fue él quien diseñó el Estado militarizado que surgió en 1949, con la CIA incluida. Todo giró en torno de un documento: el Memorando número 68 de 1950, del Consejo de Seguridad Nacional, que se mantuvo secreto hasta 1975 y resolvía estar perennemente en guerra contra alguien. Lucharíamos contra el comunismo, aunque éste no nos amenazara. Establecía de facto una guerra santa, como la que ahora tenemos contra el terrorismo y el Islam, igual de estúpida e igual de irrelevante. Truman era tan malo que lo convirtieron en ídolo. Todos los ignorantes admiran a Harry Truman y no saben por qué. El terminó con la república y nos colocó en esta ola de conquista. Truman gritaba a la gente que la Unión Soviética estaba avanzando. Que estaban a punto de tomar Grecia, y que inmediatamente después iban a Italia, a Francia, y luego cruzarían el Atlántico. Escuchamos los ecos de Truman en este pequeño hombrecito de ahora, el señor Bush, quien dice (imitándolo): “Well we can’t fight them over there... we’re gonna have to fight ‘em over here... we’re gonna have to fight”. (Tenemos que luchar contra ellos allá, o de lo contrario tendremos que combatirlos aquí...) Y tales enemigos no tienen manera de llegar a Estados Unidos para empezar una guerra. Pero ningún estadounidense puede poner en duda semejante delirio sin que le cuelguen la etiqueta de antipatriota o de tonto.

–El atentado terrorista ocurrido en Oklahoma en 1995 se explica según leyes de la física: no hay acción sin reacción. Son sus palabras. Aludía al odio que ha sembrado Estados Unidos en el mundo y en su propio país. ¿Era una profecía?

–Hasta un niño de cinco años podría darse cuenta de que la solución al problema de los atentados terroristas es simplemente policial, porque nos ataca una mafia. No puedes tener una guerra sin un país contrincante. Trate de explicar esto a los estadounidenses; ni siquiera saben lo que es un país. Han logrado que 80 por ciento de ellos todavía no se haya enterado de que Saddam Hussein no era precisamente el mejor amigo de Osama bin Laden. Creen que funcionaban como una misma persona y que ambos nos atacaron el 11 de septiembre. Todo es una gran bobería. No había conexión alguna entre Saddam y Bin Laden, pero Bush quería completar el trabajo de su padre y mostrar que él era el más audaz de los dos. Quería ser recordado como el “Bush de Bagdad”, algo así como un Lawrence de Arabia.

–Una encuesta de CBS reportaba que 75 por ciento de estadounidenses desaprueban la gestión del gobierno en Irak, mientras bajaba a niveles históricos el índice de aceptación del presidente. ¿Será Bush el mandatario más odiado en la historia de Estados Unidos?

–Si el pueblo estadounidense hubiera tenido una verdadera prensa libre y unos medios de comunicación alertas, este hombre jamás habría sido electo. Es un ser incompetente. Ya tuvimos muchos presidentes bobos, pero Bush ni siquiera sabe leer bien. Al menos en esto es representativo. Lo escuchas hablar por 10 minutos y es claro que no sabe lo que está diciendo. Está desesperado, tratando de seguir las líneas del teleprompter. Sin alguno de sus consejeros al lado no puede responder preguntas. Desde que Woodrow Wilson dejó la Oficina Oval en 1921, ningún presidente ha escrito sus discursos. El presidente lee lo que otros escriben. A veces está de acuerdo, otras no. Eisenhower leía sus discursos haciendo todo un descubrimiento. Durante su primera campaña electoral, el país se quedó asombrado cuando él, a mitad del discurso, dijo: “y si resulto elegido, iré a... ¡¿Corea?!” Estaba furioso. Nadie le había comentado nada antes de aquella promesa. Pero de todas formas fue a Corea. Si tuviéramos una prensa interesada en la república y no en las ganancias, la historia habría sido diferente. Hay alguna esperanza. Después de todo, Al Gore ganó la elección en 2000 por el voto popular con 600 mil votos más que Bush. La intervención de la Corte Suprema y el truco en el conteo de los votos falsificaron el resultado de las elecciones. Nos convertimos del día a la noche en una república bananera, sin bananas que vender. Ese es nuestro mayor problema ahora.

–Recientemente, el presidente Fidel Castro afirmó que el gobierno de Bush ha conducido a su país a un desastre de tal magnitud que, casi con seguridad, el propio pueblo de Estados Unidos no le permitirá concluir su mandato presidencial. ¿Usted lo cree?

–No me extrañaría. La administración Bush es tan extremista y hay gente ahí con la mente tan vacía, que sería capaz de comenzar a bombardear Rusia, Irán..., simplemente para desviar la atención de la otra guerra y para que el gobierno no se desmorone antes de tiempo. Hasta uno sabe lo que gritarían (imita a Bush): “Los verdaderos patriotas ayudan y apoyan al comandante en jefe en tiempo de guerra”. Esa es su rúbrica, aunque nada tenga sentido y sea una gran estupidez. Ellos son expertos en fabricar los pretextos para crear pánico. Dos días después del 11 de septiembre, alguien en el gobierno dijo: “el problema no es si atacarán de nuevo, sino cuándo”. Ahí fue donde comenzó toda esa tontería. Cuando les recordamos que han pasado ya cinco años y no nos atacan, responden: “¡es por las precauciones que hemos tomado en los aeropuertos!” Y dicen (Gore Vidal finge una expresión y voz de terror): “tampoco a nosotros nos gustan esas precauciones, porque tenemos que quitarnos los zapatos en el aeropuerto. ¡Pero son esas medidas las que nos han salvado de los ataques!” Bueno, si es así, pruébelo. “¡Es que no lo podemos probar sin revelar nuestras fuentes secretas!”, responden. Es un círculo vicioso. Espero que los demócratas, que ahora toman posiciones de presidentes de comités legislativos, especialmente el judicial, lleven a estos generales al Congreso, los pongan bajo juramento y los hagan responder seriamente nuestras preguntas.

–¿Qué es necesario para restaurar la república?

–Recuperar la gran advertencia de Franklin Delano Roosevelt, nuestro mejor presidente, en el discurso inaugural de su mandato, cuando el país se colapsaba, el dinero escaseaba y los bancos quebraban. El dijo (imita a Roosevelt): “We have nothing to fear but fear itself” (No tenemos nada que temer, salvo el miedo mismo). Esa es la base de nuestra república. Le diría al pueblo estadounidense: “No te dejes engañar por el miedo. Hay mucha gente en Estados Unidos que gana dinero gracias al temor. Ese es su trabajo: asustarte”. No estoy a favor de una revolución violenta ahora, porque suelen traer lo opuesto de lo que buscaban. La revolución francesa le dio al mundo a Napoleón Bonaparte y Luis XVI no era tan malo como él. Pero creo que en Estados Unidos vamos a tener una revolución debido al colapso económico. En estos días uno de los grandes titulares decía que el ejército rogaba al gobierno que le diera dinero. ¡No tienen suficiente dinero para seguir haciendo el ridículo en Bagdad! Van a recaudar el dinero como sea, y no a costa de los ricos. Los ricos no tienen la obligación de pagar impuestos. Tampoco las corporaciones. Antiguamente, 50 por ciento de los ingresos de Estados Unidos venían de los impuestos a las ganancias corporativas. Ahora pagan menos de 8 por ciento. Han liberado a todos sus amigos ricos de pagar impuestos para que hagan donaciones al Partido Republicano, con el compromiso de que éste seguirá diciendo mentiras al país y certifique que los patriotas son traidores. Ha sido un magnífico truco desde el punto de vista económico para ellos, pero un malísimo plan para nosotros los estadounidenses. Y no nos gusta. Perdimos el Bill of Rights (Carta de los Derechos fundamentales) y la Carta Magna, en la cual se sustentaron todas nuestras libertades por más de 200 años. No, no ha sido ni será una época divertida.

–¿Está al tanto del caso de los cinco cubanos presos en Estados Unidos por informar al gobierno de la isla de planes terroristas en el sur de la Florida?

–Conozco el caso por conducto de los abogados, pero no por lo medios. Parece ser otra de las cosas idiotas que está haciendo nuestro gobierno. Tengo entendido que los presidentes Clinton y Castro intercambiaron mensajes para detener a los terroristas de Miami, que habían puesto bombas en hoteles y en oficinas que enviaban turistas a la isla. Los dos mandatarios estaban de acuerdo con que esta situación debía ser detenida. Clinton pidió al FBI que viniera a Cuba y Castro estuvo de acuerdo con eso. En vez de apresar a los terroristas, el FBI arrestó a los cubanos. Nos encanta encarcelar a la gente, tanto como nos gusta la pena de muerte. Es la estrella más brillante de nuestra diadema. Tenemos un país loco por la tortura, por el asesinato, por las ejecuciones, por las sentencias a cadena perpetua. Es una mentalidad perversa, que está en el trasfondo del puritanismo protestante. Todos tienen que sufrir si han pecado. Pero si uno es rico, Dios te ama. Esa es la prueba. Si uno es pobre, no le caes bien a Dios. Esa es la prueba. Semejante forma de pensar no es saludable para nadie, y en el estado de Florida hay muchas personas que piensan así, además de los que llegaron con Batista. La junta que los apresó y los condenó, lo hizo sabiendo muy bien las consecuencias. La junta de gas y petróleo Bush-Cheney no es tan estúpida como parece. Hace cosas malvadas, porque es así como mantiene todo bajo control. No creas que no aprendieron de las dictaduras del siglo XX. El caso de los cinco es una prueba más de que tenemos una crisis de derecho, una crisis política y una crisis constitucional.

–Oliver Stone ha sido sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos por violar el bloqueo contra Cuba. Su delito es haber viajado a la isla para realizar sus dos documentales sobre Fidel. ¿Son constitucionales ese tipo de medidas?

–Por supuesto que no. Es una violación. Pero el 11 de septiembre hubo un golpe de Estado en Estados Unidos, el primero en nuestra historia. Un golpe en el cual un grupo de gente deshonesta, de una junta petrolera, usurpó el poder del Estado y derribó al Congreso. Es un hecho único y los detalles conformarán algún día una gran historia. Esto es algo que el pueblo no acaba de comprender, porque los estadounidenses tienen una mentalidad muy simple: lo que no conocen o no han visto previamente, no existe. Bueno, lo viven ahora in situ, pero lo descubrirán algún día como arqueólogos y no será nada agradable. Las sanciones contra los estadounidenses que quieren una relación normal con Cuba son hijas de esas circunstancias. Pero Oliver Stone “y cualquier otro ciudadano estadounidense” tienen todo el derecho de hacer cualquier película que quieran en cualquier circunstancia, mientras no haya violado ninguna ley. Es su derecho constitucional. El no ha violado la ley. Lo que ocurre es que a la junta no le gusta lo que él hace: ¡oh, my goodness! (¡Oh, Dios mío!)

–¿Teme que pueda haber alguna represalia contra usted?

–Suelo estar preparado para que no guste nada de lo que haga, diga o escriba sobre este gobierno.

–Lleva varios días en La Habana. ¿Es Cuba la isla satánica que la prensa y los políticos muestran a los estadounidenses?

–¿Estás loca? ¡No! Nos dicen siempre que los cubanos detestan estar aquí. Que todos se mueren de hambre. Sacan esos cuentos que dicen que los hospitales son terribles y que nadie acude a ellos. Que los cubanos que se enferman van a la clínica Mayo, en Estados Unidos. No hay mentira que nuestro gobierno no nos cuente cuando habla de Cuba. En Estados Unidos la mentira es la lengua franca de la nación. ¿Sabes por qué voy a la televisión? Porque siento que habrá alguien que me vea y me escuche, y al que le puedo hablar de lo que he visto, sin intermediarios tendenciosos. Puedo hablarles, por ejemplo, de los maravillosos planes médicos de Cuba. Visité una escuela de medicina, que se dedica a preparar médicos de muchos países para que brinden servicios comunitarios a los pobres, algo que el sistema estadounidense odia. La medicina en Estados Unidos se aprende para agarrar todo el dinero que puedas y fugarte a Tahití o a otro lugar de vacaciones, y olvidarte de la gente que sufre. Estuve conversando con ocho o nueve originarios de Nueva York y Massachusetts que estudian medicina en Cuba. Les pregunté si la preparación que recibían era tan buena como me habían dicho, y me respondieron que sí, que es mejor que cualquiera que pudieran obtener en Estados Unidos. ¿Por qué no hacemos nosotros lo mismo por nuestra gente y por la salud de otros pueblos? Los médicos cubanos están en los lugares más olvidados, desde Africa hasta la jungla amazónica. Solamente si restauramos la Constitución podríamos tener un país con aspiraciones y éxitos como los de Cuba. No crea que no siento envidia como estadounidense de lo que he visto en Cuba. Yo soy un gran patriota y tengo envidia.

–¿Volverá?

–Jamás hago predicciones.

* De Juventud Rebelde, de La Habana. Especial para Página/12.

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