DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUé CHRISTIAN FERRER?
› Por Sonia Santoro
Chistian Ferrer es sociólogo y ensayista. Es profesor titular de Informática y sociedad en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, donde introduce a su alumnado en la filosofía de la técnica.
Quien haya pasado por sus clases no puede permanecer indiferente. Con una voz grave, en un tono bajo –casi un susurro– va llevando a sus oyentes por un mundo narrado en un lenguaje poético, un mundo lleno de fantasmas, muertos, deseos y cuestionamientos ontológicos de nuestra realidad y nuestra humanidad.
Su pensamiento puede gustar o no, pero es único. En algunas biografías lo definen como “referente anarquista”. Sobre su acercamiento al anarquismo dice: “Siempre me pareció un ideal de emancipación que a la mayoría le puede resultarle exagerado o imposible pero que en verdad es sumamente sensato. Supone vivir en relaciones de ayuda mutua, decidiendo los interesados sin intermediario alguno, sin que nadie se vea obligado a humillar ni ser humillado, con poco apego a producir por la producción misma y mucho más por vivir en paz y con menores sufrimientos de los que causan las actuales “presiones sociales”, sin estructuras jerárquicas y sin ingerir cadáveres de animales, y sin hacer del matrimonio una síntesis de sexo y dinero, es decir, donde la inyección de dinero, que es cosa espiritual y no sólo amonedada, remedie las fallas o las debacles del amor”. “El anarquismo es un ideal de vida emancipada y libre que pretende terminar con la sociedad de la jerarquía y del patriarcado, pero que sobre todo impugna las falsas soluciones a los problemas irresueltos de la sociedad moderna.” “Hasta el momento no se ha inventado una idea de la libertad más radical y cuerda que la proclamada en su momento por los anarquistas”, concluye.
Publicó numerosos libros. Los últimos, El entramado. El apuntalamiento técnico del mundo (Ediciones Godot, 2012) y Camafeos. Sobre algunas figuras excéntricas, desconcertantes o desbordadas (Ediciones Godot, 2013). Este año publicará otro trabajo sobre Ezequiel Martínez Estrada, personaje sobre el que vuelve siempre. “Quizá Martínez Estrada sea el único de los grandes escritores que ha dado la Argentina con el cual ninguna ideología o partido político sabe qué hacer”, dice Ferrer. “Era un hombre de ideas intransigentes, muy poco condescendiente con los defectos argentinos, alguien que amaba a su país pero que no necesariamente lo admiraba. Su prédica malhumorada, a veces violenta, tenía como objetivo hacer notar ciertos invariantes históricos que creíamos haber dejado atrás pero que seguían activos subterráneamente, y que por lo tanto retornarían, como lo hace lo que fue reprimido sin ser pensado, o como lo hacen los fantasmas.”
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