DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUé SERGIO LEANDRO AMIGO?
› Por Andrew Graham-Yooll
“Parece muy loco, ¿no? enseñarle Shakespeare a los ingleses... Pero eso es lo que hago. Algunos británicos tienen una forma muy extraña de ver la obra de El Bardo”, dice y se queda pensando. Luego ríe, como contento de reírse de sí mismo.
Llegó a Londres en 2000 con experiencia como actor, pero también de director y profesor de teatro. Su formación la hizo con Agustín (Andrés Oscar) Alezzo (1935), en Buenos Aires, terminó enseñando en su escuela hasta que abrió su propio taller y se especializó en Shakespeare.
“Mi problema fue que no era capaz de leerlo en inglés y entonces gran parte de la textura del lenguaje ‘shakespeareano’ me lo estaba perdiendo.” En Buenos Aires daba clases pero “veía que los actores, especialmente los jóvenes, no leían teatro. Entonces abrí un curso de historia del teatro, desde Esquilo a nuestros días, y todos tenían que participar de la lectura”. Ahí desarrolló su curiosidad por Shakespeare.
Sentado frente a la vidriera de su librería, ahora piensa seriamente en la posibilidad de volver a vivir en Buenos Aires. The Calder Bookshop & Theatre es el nombre del teatro, un proyecto sin pretensiones, una librería independiente, de las que ya casi no existen en Londres. Se dedica a vender libros de teatro y de política social. Mientras hablamos, anota una lista de las obras presentadas: Sofka, de Bahar Brunton; Terminates at Kennington, de Simon Bennett; Conspiracy of Silence, de Tereza Briggs-Novaes, That Strange Kind of Passion, de Susana Torres Molina; Monsters, de Niklas Radstrom –con la que obtuvo una nominación a Mejor Dirección en los Premios al Teatro Off (Offies)–; Peace Mom, de Dario Fo y Franca Rame; Marx in Soho, de Howard Zinn; Tierra del Fuego, de Mario Diament; 5 Days for the Queen, de Simon Bennett, además de varias creaciones colectivas usando las técnicas de Teatro del Oprimido: A Tiny Moon and a Long Walk, sobre los últimos días del Che Guevara, y Vultures, sobre los fondos buitre.
Vive en Clapham Junction, en el sur de la ciudad, muy cerca de sus trabajos. De ahí parte cada día hacia su labor como docente en la cárcel más grande de Londres y a la tarde, y en los fines de semana, a su librería y sala de teatro. Se siente cómodo y satisfecho con lo que logra en la cárcel y en el teatro del que es socio propietario en una cooperativa de cuatro personas.
“Le contaba de mi trabajo en Calcuta. No bien llegué a Londres, sin prácticamente conocer a nadie ni hablar el idioma, compré un proyector de diapositivas de segunda mano para proyectar 50 de los sonetos de Shakespeare en inglés, mientras yo los recitaba en castellano. Se llamaba Los Sonetos, y tuvo tanto éxito que enseguida me llamaron para hacerlo en Stratford-upon-Avon, en Extremadura, en Newcastle, en Estambul y finalmente en Calcuta, donde fui anunciado ante una multitud que venía: ‘De la tierra de Diego Maradona llega Sergio Amigo con Los Sonetos en español’.”
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