DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUE DENIS MERKLEN?
› Por M. W.
Denis Merklen nació en Uruguay pero a los ocho años el exilio de sus padres lo hizo recalar en Argentina. Vivió en Ciudad Evita, estudió acá y se graduó como sociólogo en la Universidad de Buenos Aires en 1989. Discípulo de Juan Carlos Portantiero y Silvia Sigal, a quien dice deberles “todo”, pudo hacer un posgrado en Francia. Puesto a elegir su maestro por allá pidió hacerlo con Robert Castel y “tuvo de la suerte” de ser aceptado. Referenciarse en Castel, un científico social “clásico” (todas las comillas remiten a Merklen), un estudioso del mundo del trabajo, le permitió a Denis despegarse de tendencias demasiado posmodernas o intelectualistas que cundían entre sus colegas argentinos. Se fue en 1996, sigue viviendo allí. Las vueltas de la vida, que incluyen su decisión, lo indujeron a estudiar a las clases populares en el conurbano bonaerense, ahí nomás de donde vivió infancia y adolescencia.
Merklen lleva hechos estudios de campo desde hace casi 20 años y a fe que se le nota. Conoce el territorio que transita y, como verá el lector, capitaliza sus vivencias cotidianas para comprender de qué habla. Merklen habla del mundo de los sectores populares, que ha trillado. Los estudia y ha viajado en sus bondis. Con una matriz teórica rigurosa y una formación inusual, su libro Pobres ciudadanos es un aporte como no hay muchos para hablar sobre los barrios, la política de los pobres, los pobres tout court. Seguramente junto a los aportes del sociólogo Javier Auyero y el politólogo norteamericano Steve Levitsky, sus estudios están a años luz de las trivialidades y simplismos que suelen decirse o escribirse sobre el particular. Merklen, que este año cumplirá cuarenta, no tiene prejuicios y sí saber acumulado. No se dedica a endiosar a los ciudadanos-pobres pero tampoco les prodiga la usual compasión que, generalmente, los ubica (por vía de la piedad) en la segunda categoría.
Las reflexiones que formula Merklen en esta entrevista respecto del manejo del tiempo de los humildes, de su “condena” a participar, de su necesaria multiafiliación en pos de recursos son un aporte inusual, bien a contrapelo de una extendida vocación por el lugar común y por el regodeo en el prejuicio con que suelen tratarse estos temas.
Por eso, por la calidad inusual de su lenguaje y porque (quizá) la lectura de esta nota incite al lector de Página/12 a leer Pobres ciudadanos (un ensayo mucho más que recomendable) se propone este reportaje.
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