Durante la dictadura, Pepe Quintana no la pasó nada bien. Volvió de España el 7 de enero de 1976. Llegó a la Argentina en contra de la opinión de amigos y del ex presidente Carlos Perete. El 11 lo secuestraron al llegar a su casa. Ahí comenzó su periplo de tormentos. Estuvo detenido en los campos de concentración El Banco, Club Atlético, y en la Escuela de Perros de la Policía, en el barrio de Caballito. En 1978 pasó a disposición del Poder Ejecutivo. En malas condiciones físicas llegó al Penal de Sierra Chica. También pasó por cárceles de La Plata, y luego llegó a Rawson, pues lo habían declarado “irrecuperable”. Fue torturado por los represores Juan Carlos del Cerro, alias “Colores”, y por el “Turco” Julián. En noviembre de 1980, junto a Emiliano Costa Ballesteros (compañero de Vicky Walsh, hija de Rodolfo Walsh) llegó a un calabozo en Ezeiza y el día 21 lo llevaron esposado a un avión de Air France que estaba en la pista. Entró al avión. Había pasajeros de Buenos Aires y otros que venían de Chile. “El comandante de a bordo me hizo sacar las esposas y avisó por micrófono que yo era un preso político liberado. Fui al baño a cambiarme y me dije: ‘con esta cara yo no me dejo subir’. El comandante, el copiloto y las azafatas me esperaron con una botella de champagne.”

Hace 26 años que vive en Estocolmo. Tiene un hijo y una nieta.

“Desde allí alimento mis nostalgias. Alimento mis recuerdos de tanta gente que quise.” Pepe Quintana nació en 1918 a cinco leguas de Gualeguay, en la provincia de Entre Ríos, en el campo. Sus padres eran de Gualeguay donde aún conserva parte de su familia. Tuvo ocho hermanos y sólo una hermana mujer sobrevivió. Estuvo cinco meses en Buenos Aires pero siempre regresa a su Gualeguay. En la entrevista con Página/12 recuerda cómo fue compartir redacciones con Roberto Arlt y Juan Carlos Onetti. Y también cómo fue que Ulises Petit de Murat habló por primera vez del Che.