DIALOGOS • SUBNOTA › ¿POR QUE ROBERT MCLIAM WILSON?
› Por Andrew Graham-Yooll
A la ola de turismo cosmopolita que llega a la Argentina hay que agregar las excursiones de personalidades de la cultura. Robert McLiam Wilson (43), novelista irlandés, oriundo de Belfast, pasó por Buenos Aires y Jujuy, invitado por el British Council. Meteórico en sus reacciones, fumador constante, hombre con calle, venido de la pobreza urbana industrial de su país, lector obsesivo desde temprana edad, su reconocimiento proviene de dos novelas (entre media docena de libros publicados). La primera, Eureka Street (“La calle Eureka”, 1989), gira en torno de un joven que se hace rico de golpe en medio de la violencia de Belfast. La segunda novela, Ripley Bogle (1996), traducida a 26 idiomas y la más conocida, tiene por personaje a un linyera jovencito e irlandés que recorre Londres con sus memorias de una vida sufrida en Irlanda del Norte. La vivencia del joven de la calle arrasó en las librerías inglesas, enfureció en Belfast, y permitió a McLiam Wilson instalarse en Italia primero y luego en Francia.
El personaje de ficción, producto de los niveles sociales de la Irlanda indigente, es rechazado en la escuela primaria por infradotado, y para no volver a casa comienza, a los cinco años, a leer en la biblioteca pública. A los nueve es tan bien leído que es declarado un genio. El creador del linyera, McLiam Wilson, comenzó a leer con velocidad, hambre y furia algo más tarde, pero para los dieciocho años sus conocimientos de la literatura y los hechos del mundo le permitieron ganar una beca en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra. De ahí se propuso ver al mundo a través de lo vivido, lo leído, y también lo bebido.
Vivió siete años en Londres. Regresó a Belfast para hacer una película para la BBC: “Convencido de que la odiaría, y me enamoré de la ciudad y de la que sería mi esposa. Me casé, tenía tantas ganas de tener mujer e hijos, que me olvidé de encamarme con todas, como hacen los muchachos hoy. ¡Qué imbécil!”.
Observaciones de McLiam Wilson: “Me gustó mucho la traducción al francés. Tuve un excelente traductor. Al leer la traducción pienso que todos los pasajes buenos son míos y los malos del traductor. La presentación en España fue un desastre, yo no estaba a tono con la situación”.
En los Estados Unidos, “mi novela fue un fracaso. No es lo que quieren. La colectividad irlandesa quiere historias de héroes. En realidad, si fuera a tener éxito en EE.UU. no me lo perdonaría. No quiero tener éxito ahí. En la presentación en Nueva York el pública me odiaba y yo los detestaba a ellos. La seguridad me tuvo que proteger, y a la vez frenar. Eran violentos porque no les gustaba ver cómo pintaba a la gente de Belfast, y soy católico y es mi gente. Los irlandeses emigrados son prostitutas de su pasado. Venden lo que no existe. Por Dios, se ponen polleras. Si la pollera (kilt) es horrible, es escocesa. Cómo la va usar un irlandés. Y usan bombines verdes, truchos, tan poco sinceros. Esos que hacen profesión de irlandeses son una basura. Seamus Heaney (poeta, Premio Nobel) es una prostituta. Cruza el Atlántico ida y vuelta, escribiendo de verdes cerros nacionalistas”.
Este diálogo tuvo lugar en Buenos Aires, antes de que viajara a Jujuy. Fumaba un cigarrillo tras otro. A la noche se fue a la cancha de Boca a ver un partido. “La gente encargada de cuidarme no quería ir. Estaban preocupados por mi seguridad. Los irlandeses sobrevivimos a todo. Les digo a los ingleses que si quieren sobrevivir, que se hagan pasar por irlandeses.”
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