Mié 17.04.2002

DISCOS  › EL NUEVO DISCO DE NEIL YOUNG, “ARE YOU PASSIONATE?”

Ahora, la leyenda tiene soul

El rocker canadiense ensaya en este trabajo una vuelta de tuerca, inesperada. Una vieja banda soulera lo respalda en una gira por el legendario “sonido Motown”, aunque con su sello inconfundible.

› Por Roque Casciero

En su larga carrera, Neil Young ha dado incontables muestras de que le encanta descolocar a la prensa, a la industria discográfica y hasta a sus seguidores. Pues bien, con el flamante Are you passionate? el viejo Neil se volvió a dar el gusto, porque todos esperaban otra cosa de este disco: después de una gira con los inoxidables Crazy Horse (que lo trajo a la Argentina por primera vez en enero del año pasado) y con un tour por delante con otros viejos compañeros, Crosby, Stills & Nash, el canadiense se despachó con un álbum en el que asume, por primera vez en una grabación, su vocación de soul man. Logró los servicios de tres cuartas partes de una clásica banda de ese género, Booker T & The MG’s, y se dedicó a revivir, prolijamente, el sonido Motown. Lo que en cualquier otro artista podría aparecer como una movida calculada debido al auge del soul y el R&B en Estados Unidos, en Young –siempre más exitoso cuando publica álbumes acústicos– es una vuelta de tuerca inesperada a su propia carrera.
Después de la sorpresa al escuchar los primeros acordes de “My girl”, el tema de apertura, se puede recordar que, antes de Buffalo Springfield, Young fue parte de los Mynah Birds, una banda que estuvo vinculada precisamente al sello Motown. Si el dato no alcanza, vale agregar que otro de los miembros era Rick James, luego famoso hombre del funk. Por otra parte, la conexión entre el canadiense y el organista Booker T. Jones viene desde hace años y hasta compartieron una gira juntos en el ‘93. Con las pruebas del amor de Young por el soul convenientemente apiladas, cabe entonces preguntarse qué tal lo hace. Y la respuesta es bastante más complicada que la simple enumeración de virtudes y defectos.
Lo primero que hay que notar es lo extraño de la temática: el soul generalmente ha sido producto de corazones rotos y de explosiones de erotismo. Neil Young, en cambio, tiene hijos adolescentes y un sólido matrimonio de años con su esposa Peggi. No es extraño que les pida disculpas por sus imperfecciones (“Differently”), que se maraville de ver crecer a su hija Amber Jean (“My Girl”) o que describa el poder curativo que su mujer ejerce sobre él (“She’s a Healer”). No son temas nuevos para él: aunque suene a Franchella, está claro que para Young lo primero es la familia. Otro punto habitual en la lírica del canadiense, que aquí se repite, es el de revisar –con buena dosis de fantasía– la historia de Estados Unidos (“Goin’ Home”, con el general Custer como protagonista). En cuanto a las letras, quizás el momento más controversial del disco sea “Let’s Roll”, la canción que compuso después de los ataques terroristas de setiembre pasado. El tema destila un patrioterismo que demoniza al enemigo: es la clase de canciones que compondría George W. Bush si tuviera algún talento para hacerlo. Encima, el riff repetitivo no agrega ningún mérito extra a frases desafortunadas como “Movámonos por la libertad/ Movámonos por el amor/ Vamos tras Satán/ Sobre las alas de una Paloma”.
El resto del álbum es superior, lírica y musicalmente. Booker T. y sus compañeros saben dotar de finos toques a varias de las composiciones que Young ya había estrenado con Crazy Horse y CSNY. La única aparición de los caballos locos es en “Going Home”, un tema a la medida del cuarteto y, por lo tanto, de lo mejor del disco. Es rarísimo el final de esa canción: abrupto a propósito, en el medio de un solo de guitarra, como intentando dar algún mensaje (¿un corte definitivo a sus días con CH?). Otro gran momento es “Mr. Dissappointment”, en el que el cantante esfuerza su garganta para una suerte de recitado/rapeo grave tan interesante como poco usual. En los temas souleros, el cantante demuestra que sus agudos pueden adecuarse perfectamente al género y que su guitarra alcanza allí planos de excelencia diferentes a los que ha logrado con el rocanrol furioso y con sus bellas melodías acústicas. En suma, el disco es la obra de un hombre que precisaba volver a encender su pasión con un golpe de timón. Y que, de paso, puede lograr que le suceda algo parecido a sus viejos seguidores.

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