“Qué curioso, hace veinticinco años se creó el Consenso de Washington para marcar las políticas económicas de Latinoamérica en un momento donde se desataban las diferentes crisis, como la devaluación en México o la hiperinflación en Argentina. Ahora la crisis financiera cayó sobre Estados Unidos (el creador del Consenso).” Esto lo afirmó Guido Mantega, el ministro de Hacienda de Brasil, durante la inauguración del último Congreso del Institute of International Finance realizado a principios de mes en Río de Janeiro. Una frase que sirve para entender qué es lo que está cambiando en la principal potencia del mundo. Ayer, la Reserva Federal de Nueva York, a través del banco comercial JP Morgan, intervino por primera vez en diez años para salvar a un banco de inversión, el Bear Stearns, entidad que supo asesorar a los tenedores de bonos argentinos en litigio con el país tras la salida de la convertibilidad.

El año pasado, Bear Stearns pasó a pérdida activos por 1900 millones de dólares, lo que refleja la disminución del valor de sus títulos vinculados con hipotecas de alto riesgo. Las pérdidas netas del banco llegaron a 854 millones de dólares. En Argentina, esta entidad es conocida por haber representado al Comité Global de Tenedores de Bonos de la Argentina en 2004. En su momento, el economista jefe del ABN Amro Bank, Arturo Porzecanski, había afirmado que los acreedores habían acudido al Bear Stearns para “encontrar un interlocutor a su nivel” que los pudiera “representar institucionalmente frente a la Argentina”. Hoy las cosas están dadas vueltas y quien tuvo que intervenir para financiar al Bear Stearns por un período inicial de 28 días fue el propio gobierno de Estados Unidos.

No es habitual que los bancos centrales salgan al rescate de otras entidades, pero tampoco es una rareza. Este tipo de acciones sirven para rescatar a los inversionistas y no a los accionistas de las entidades. Además, evita que se genere un pánico sistémico en los mercados”, explicó a Página/12 Miguel Kiguel, titular de la consultora Ecoviews. Este nuevo coletazo de la crisis financiera se sintió luego de que la calificadora Standard and Poor’s dijese anteayer que el fin de la crisis estaba cerca. “Una mancha negra más para las calificadores de riesgo”, agregó Kiguel.

El propio presidente de los Estados Unidos salió a reconocer que la economía de su país “está pasando un momento difícil” ante la crisis de las hipotecas. Incluso, el titular de la Fed, Ben Bernanke, advirtió que la crisis del sector inmobiliario se estaba extendiendo más allá de las hipotecas de alto riesgo. “Muchas personas tomaron segundas hipotecas; al caer el valor de las propiedades, sumado a la demanda de los bancos para cobrar esos préstamos, vuelven a surgir huecos en el sistema financiero norteamericano”, indicó a este diario el economista Raúl Ochoa. Las principales entidades financieras de Estados Unidos perdieron el año pasado 190.000 millones de dólares en la depreciación de sus carteras de préstamos. A su vez, los bancos prestamistas iniciaron 1,5 millón de ejecuciones hipotecarias.

“Hoy es más seguro un bono argentino que guardar la plata en el Citi”, aseguraron, en forma irónica, economistas consultados por este diario. “El desacople de Estados Unidos es muy notorio, pero algún efecto colateral tendrá. El dólar continúa perdiendo valor en todo el mundo, salvo en Argentina. Los inversionistas están sumergiéndose en otros activos de reserva como los commodities. No por nada la onza de oro está en los 1000 dólares y el barril de crudo en los 110 dólares”, indicó la economista Marina Dal Paggetto. El cambio de paradigma se parece a lo que ocurrió en la década de 1970 con la crisis del petróleo, donde los países productores comenzaron a tener más peso en la economía mundial.