ECONOMíA › EL PENSAMIENTO EN LA CASA ROSADA LUEGO DEL ACTO EN PARQUE NORTE
En el Gobierno esgrimían que luego de las palabras de la Presidenta, a las entidades agrarias no les quedaba otra que sentarse a negociar. Los contactos que hubo ayer antes y después del acto. El nexo abierto con la Federación Agraria.
› Por Daniel Miguez
“Ahora la decisión está en manos de ellos, pero después de la actitud de Cristina de hoy creo que no les queda margen para no aceptar dialogar”, analizaba anoche un ministro que salía de ver a una Presidenta “serena”, según la definió. Cristina Fernández Kirchner terminaba de reunirse sucesivamente con dirigentes de la UIA y empresarios del sector turístico y era el fin de un día agotador, no sólo por el discurso que había dado un par de horas antes en Parque Norte, sino por las negociaciones que se habían sucedido durante el día.
En la mañana de ayer, funcionarios y dirigentes rurales cruzaron llamados antes de la reunión que iban a sostener al mediodía las cuatro cámaras que están haciendo el lockout, pero, como se preveía, la más difícil para encontrar consensos era la Federación Agraria, que reúne a los llamados pequeños y medianos productores y es la que sostiene mayoritariamente los piquetes en las rutas.
El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, había encontrado buen eco en el presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, y al parecer el ministro de Economía, Martín Lousteau, recibió el mismo mensaje de Hugo Biolcati, el vice de esa entidad. Ambos funcionarios tuvieron la misma sensación con Fernando Gioino, titular de Coninagro. Y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, llamó a la Presidenta con un mensaje moderadamente optimista luego de hablar con Pedro Apaolaza, el titular de Carbap, la entidad más fuerte de las que integran la CRA.
Por un momento en el Gobierno se esperanzaron con que de la reunión del mediodía de las cuatro entidades saliera la decisión de suspender por 48 horas el lockout para abrir una instancia de diálogo. Pero el comunicado que dieron a conocer se quedó a mitad de camino.
Por eso, antes de entrar al poblado y caluroso megasalón de Parque Norte, gobernadores, ministros, legisladores, intendentes y dirigentes sindicales, mientras tomaban agua o café, apostaban casi en mitades iguales si el discurso de la Presidenta sería duro o conciliador. Más allá de sus conjeturas, ante la consulta de Página/12, casi todos preferían la segunda opción. Salvo algún que otro funcionario de segunda línea, creían que había que enfriar la situación para evitar desbordes con consecuencias cada vez más negativas. Los que a pesar de sus deseos suponían que las palabras de la Presidenta iban a ser fuertes, tenían básicamente dos fundamentos: que el escenario y los oyentes no eran los más propicios para frases dulces y, sobre todo, que la decisión de unas horas antes de las cámaras de no levantar el lock out no invitaba a tender puentes.
La Presidenta les desmintió rápidamente la primera objeción, cuando llamó al público a no silbar ni aplaudir, sino a escuchar y reflexionar. Lo hizo con voz pausada, la misma que usaría en todo el discurso, hasta para señalarle a los muchachos que le pedían que “ponga huevos” que cambiaran el cantito por una cuestión de género.
Respecto al segundo fundamento –la decisión de seguir con el lock out– la Presidenta también lo confrontó: “Las puertas de la Casa Rosada están abiertas para dialogar. Levanten el paro y vamos a negociar”.
Pero por qué no salió de la reunión en la sede de la Federación Agraria la suspensión temporaria del lockout, si casi todos parecían estar de acuerdo. Los que no dieron el sí fueron los anfitriones y, justamente, los principales animadores de la protesta. Al menos así lo entendían todos en el Gobierno. Pero también comprendían que para el presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, el costo podría ser mucho más alto que para el resto. Buzzi pedía tener en sus manos elementos concretos para convencer, sino a todos, a la mayoría de sus seguidores. Porque una cosa es que le dé la espalda el intransigente dirigente de Gualeguaychú, Alfredo de Angelis, y otra, que las negativas se le multiplicaran en varios pueblos.
Para colmo hasta el miércoles a la noche Buzzi no había tenido buen diálogo con sus interlocutores en el Gobierno y estaban empantanados. Recién al ver que la protesta se asociaba al cacerolazo de la clase alta y media alta, incluyendo reivindicaciones a la dictadura, al dirigente agrario se le encendió una luz de alarma y aceptó los buenos oficios de dirigentes de la CTA para mejorar el diálogo con el Gobierno. Hugo Yasky estaba en Panamá participando de un congreso, pero dio el visto bueno para que sus principales operadores entraran en acción. Así fue que un dirigente de buen diálogo con algunos ministros contactó a Buzzi con uno de ellos. Fue el primer diálogo profundo. El ministro y el dirigente agrario volvieron hablar ayer, antes y después del comunicado donde se mantenía el lock out. Pero el clima había cambiado.
No puede saberse si eso influyó o no en el discurso de la Presidenta, pero lo cierto es que les dio varios mensajes a los pequeños y medianos productores.
Buzzi dijo anoche que hoy iba a hablar con Alberto Fernández o con Lousteau para saber en qué hechos concretos podría llegar a traducirse el gesto de buena voluntad de la Presidenta. Quizás le contesten con una oferta de retenciones diferenciadas para los pequeños y medianos productores según la extensión del campo cultivado, mejoras en algunos subsidios y apoyo en la fertilización de tierras. Si es así, encontrarían la llave maestra para cerrar la puerta del conflicto.
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