Mientras en Venezuela se afianzaba la nacionalización de Sidor como decisión irreversible, en Argentina la cúpula empresaria inició una campaña advirtiendo sobre “las consecuencias negativas de esta iniciativa” y reclamando al gobierno de Cristina Kirchner que interceda ante su par, Hugo Chávez, cumpliendo su “deber de defender a las inversiones argentinas en el exterior”. Desde Caracas, el oficialismo respondió descartando que la nacionalización, que afectó a una empresa del grupo Techint, pueda alterar la relación entre ambos gobiernos y subrayando que las autoridades argentinas “siempre han sido muy respetuosas de nuestras decisiones”.

La decisión de pasar a manos del Estado el control de la empresa siderúrgica Sidor había sido comunicada el miércoles por el vicepresidente de la República, Ramón Carrizales. Ayer, tanto Carrizales como otros funcionarios pertenecientes o cercanos al gobierno ratificaron esta posición. En cambio, ni Chávez en Venezuela ni Cristina Kirchner en Buenos Aires hicieron comentario alguno al respecto, pese a las demandas que ambos recibieron.

A las gestiones de la multinacional encabezada por Paolo Rocca se agregó el lobby de la Unión Industrial y de la Asociación de Empresarios Argentinos. El comunicado de la UIA advierte sobre “las consecuencias negativas de esta iniciativa, de cara al avance de la integración comercial y productiva de la Argentina y Venezuela”.

“La integración de Venezuela como socio del Mercosur requiere, sin duda, relaciones comerciales amigables y de confianza mutua, respeto a las inversiones recíprocas, además del aliento de proyectos de complementación productiva”, señala la central fabril, condicionando así el respaldo al ingreso del país caribeño al bloque regional. Recuerda enseguida la participación que ha tenido la UIA “en los últimos años en misiones comerciales a Venezuela (...), alentando proyectos de integración productiva binacionales sustentables. La concreción de medidas como las anunciadas generará, sin duda, un impacto negativo en aquellas empresas que iniciaron o buscan iniciar proyectos de complementación productiva en ambos países”.

No es de extrañar los duros términos utilizados por la entidad, dado el fuerte peso que tiene Techint en su conducción política. El grupo empresario ítalo-argentino pisa fuerte, además, en la Cámara Argentina de la Construcción y en la de Exportadores de la República Argentina, entre otras representaciones empresarias en las que participa.

Carrizales, al confirmar ayer la decisión de nacionalizar Sidor, opinó que “esto no generará ninguna disputa y mantendremos las mejores relaciones con Argentina; sabemos que su gobierno siempre ha sido muy respetuoso de las normas internas”. Reiterando conceptos que ya había expresado el miércoles, Carrizales recordó que Sidor, “con materia prima subsidiada, al igual que la electricidad, y una explotación inclemente de sus trabajadores, sometidos a una semiesclavitud”, alcanzaba altos niveles de producción que luego exportaba o vendía dentro de Venezuela “a precios internacionales”. Sidor integra el consorcio Ternium, que reúne a las empresas siderúrgicas de Techint en la región. De una producción global de 12 millones de toneladas de acero al año, sumando Hylsamex (México), Siderar (Argentina) y Sidor (Venezuela), esta última produce 5 millones. El monto de operaciones anuales de Sidor asciende a 2400 millones de dólares, una cuarta parte de la facturación global de Ternium.

Desde ayer a la madrugada, los trabajadores de Sidor paralizaron el despacho de la producción “para evitar irregularidades, mientras el gobierno decide cómo ejecutar la reestatización”, señalaron fuentes sindicales. Trescientos camiones y dos buques cargados de aceros planos y en barras quedaron varados en las instalaciones de Puerto Ordaz, aunque sin afectar las operaciones de producción.

Angel Rodríguez, diputado que preside la estratégica Comisión de Energía y Minas de la Asamblea Nacional, habitual vocero del pensamiento del gobierno de Hugo Chávez, señaló ayer que la nacionalización de Sidor “va a permitir consolidar un proceso productivo importante”. En línea con estas expresiones, el sindicato de trabajadores siderúrgicos, Sutiss, felicitó la decisión del gobierno venezolano y reclamó que sirva “para hacer un plan nacional del acero, para la construcción de barcos, para concretar un plan ferroviario”.

Hubo manifestaciones y pronunciamientos en toda la zona del Orinoco en favor de la nacionalización. “Sidor es patrimonio nacional”, fue la consigna más repetida, respecto de la firma que fue traspasada a manos privadas en 1997. La nacionalización de la siderúrgica le sigue a las de tres cementeras, decidida hace apenas dos semanas. Anteriormente, el gobierno había hecho lo propio con concesiones petroleras, telecomunicaciones, eléctricas, con empresas de alimentos y explotaciones agrícolas. Ayer, expropió 30 cañaverales del estado de Lara, unas 2360 hectáreas en total que permanecían ociosas y cuyos títulos de propiedad eran de dudosa legalidad.

Mientras el proceso de nacionalización de Sidor parecía avanzar a paso firme en Venezuela, las mayores repercusiones negativas se producían en Buenos Aires. Además de la UIA, se pronunció la Asociación de Empresarios Argentinos, que reúne (a título personal) a tres docenas de los empresarios más poderosos del país. “Es un deber del gobierno argentino defender las inversiones argentinas en el exterior”, proclama AEA, tras expresar “su profunda preocupación ante la intención de nacionalizar la empresa Sidor, controlada por el grupo argentino Techint”. Un origen que alguien podría cuestionar, puesto que la sede de Ternium es Luxemburgo. Es a la Bolsa de este pequeño país donde primero informó el consorcio la situación generada en su filial venezolana. El mismo comunicado que recién después reiteró para Nueva York y Buenos Aires.