ECONOMíA › CRECE EL DESEMBARCO DE PEQUEñAS FIRMAS EN EL SOCIO MAYOR DEL MERCOSUR
Además de alimentos y autos liderados por grandes empresas, un grupo creciente de pymes ha empezado a vender sus productos en el atractivo mercado brasileño, entre los que se destacan juegos didácticos, alfajores y neumáticos para bicicletas.
› Por Cledis Candelaresi
Un país con más de 187 millones de habitantes, un PBI superior al billón de dólares, geográficamente próximo y culturalmente afín puede ser un escenario inabarcable de negocios. Lo prueba la gran cantidad de pymes (y no tanto) que intentan poner un pie en semejante mercado con productos de los más diversos. A los ya tradicionales productos alimenticios como harinas, aceites y lácteos que proveen firmas ya radicadas como Molinos, SanCor y La Serenísima, se les intentan sumar otros potenciales exportadores de alfajores, perchas ergonómicas, balines para aire comprimido, más sofisticados productos informáticos, neumáticos para bicicletas y hasta servicios jurídicos de conocidos estudios como los de O’Farell y Mairal o Beccar Varela.
Los conquistadores tienen situaciones tan diversas como los productos que ofrecen. Juegos del Caracol es una micropyme familiar que produce rompecabezas en un original tubo de lata, surgida de la desesperación que el matrimonio de un psicólogo y una ilustradora enfrentó con la crisis del 2001. La devaluación y consiguiente disminución de juguetes importados hizo tanto como la creatividad y hoy producen 3000 piezas mensuales, que podrían multiplicarse de modo geométrico: Carrefour Brasil no sólo le encargó una partida importante para sus locales, sino que le ofrece ser el vehículo para exportar a otros destinos.
A Rack2, pyme productora de un software informático que permite un enlace corporativo más barato y seguro que el de las telecomunicaciones tradicionales, le sobran las chances de conseguir socios brasileños para un rubro en el que los argentinos están bien posicionados y son reconocidos. El problema, en este caso, es cómo responder con una estructura chica a un repentino y gran aumento de la demanda.
Según se quejan los pymes de todo rubro, es muy difícil conseguir crédito para capital de trabajo o negociar precios razonables con los proveedores si no se trata de una firma grande. Así se generan dilemas del crecimiento como el que enfrenta el matrimonio productor de los alfajores Cielos Pampeanos, a quien el importador brasileño que más los seduce les propone extender los pagos a 90 días para partidas de mucho volumen.
Menos complicado parece el horizonte de los bicicleteros argentinos, que pelean como cámara y bastante suerte meter una cuña en territorio brasileño. Neubord, la segunda fábrica de neumáticos de Latinoamérica, vio la veta cuando Brasil frenó las importaciones desde China: ya consiguió comprometer partidas importantes para atender los 30 millones de neumáticos anuales que demanda el principal socio del Mercosur.
El entusiasmo también llega al Centro Universitario de Idiomas. Con una simple campaña de afiches en el metro paulista consiguió que cincuenta brasileños vinieran este verano a estudiar español a Buenos Aires, cantidad que sube a 150 para el invierno. El CUI está vendiendo un combo que incluye posgrados de varias universidades privadas argentinas, especialmente atractivos no sólo por la calidad académica, sino por la ventaja cambiaria que hace poderoso al real frente al peso.
Estos casos son avances micro frente a un comercio bilateral que crece tanto como el déficit para Buenos Aires, desequilibrio concentrado por la industria automotriz, las petroleras y las cerealeras. En el ranking de proveedores brasileños, con exportaciones totales de 10 mil millones de dólares anuales, Argentina hoy está tercera, luego de Estados Unidos y de China.
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